La tensión se corta con un cuchillo
Hay una broma que empieza a circular entre los aficionados a la Fórmula 1 que coloca a Valtteri Bottas como favorito a ganar el Mundial este domingo en Yas Marina. La improbable hipótesis se inspira en la advertencia previa de Michael Masi, el director de carrera de la FIA, que ha recordado oficialmente a los aspirantes que una infracción antideportiva puede acabar con su descalificación del campeonato. Existe el precedente de la sanción a Michael Schumacher en 1997, en una edición que inscribió a Jacques Villeneuve en el palmarés de campeones. En las vísperas de la última carrera en Abu Dabi, la tensión es tan grande entre Max Verstappen y Lewis Hamilton, que se corta con un cuchillo. Este jueves, ni se miraron durante la rueda de prensa conjunta que ofrecieron a ambos lados del trofeo mundial. El chiste sobre Bottas parte del descabellado supuesto de que los dos sean descalificados. No va a ocurrir, claro. Pero la tirantez que se respira entre los duelistas presagia una descarnada pelea, al límite del reglamento, como ya ocurrió la pasada semana en Arabia Saudí.
El primer asalto, ante la prensa, acabó este jueves en combate nulo, pero los dos contendientes aprovecharon la ocasión para tomar posiciones, por lo que pueda venir. Un accidente que provocara la retirada de ambos coches daría el título a Verstappen, a pesar del empate a 369,5 puntos, porque tiene un triunfo más, por lo que Hamilton basa sus mensajes en “ganar de forma correcta”. Una forma estratégica de clavar las miradas en el comportamiento de su ardiente rival. Mientras, el excesivo Mad Max maneja su discurso para prevenir posibles sanciones, por lo que airea la idea de justicia con remarcada intención: “No merecía una penalización”, “me tratan de forma diferente”, “espero que sean justos”… Ambos preparan el terreno de la última batalla. De momento, sólo con palabras.