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Alonso toma impulso

Fernando Alonso volvió a un podio de la F1, más de siete años después de su última presencia, un lejano 27 de julio de 2014, al volante de un Ferrari en Hungría. Hubo un tiempo en el que el sitio natural de Alonso era el podio. De hecho, hubo un tiempo en el que el podio, acabar segundo o tercero, podía equivaler a una derrota para el bicampeón del mundo. Pero los tiempos cambian, claro, y hoy, a los 40 años y a los mandos de un Alpine, debe considerarse un éxito que Alonso haya regresado a la fotografía de los tres primeros, a esos privilegiados peldaños que ya había ocupado antes en 97 ocasiones. Se le echaba de menos por estas alturas. El asturiano sí había saboreado el triunfo durante este periodo en otras disciplinas del automovilismo, en escenarios icónicos como Le Mans y Daytona. Pero la Fórmula 1 es la Fórmula 1, el ‘Gran Circo’, otra galaxia. Si Alonso es un piloto tan grande, histórico, es porque durante una gloriosa época fue capaz de reinar aquí. Quien tuvo, retuvo. Y quien siembra, recoge. El 98º podio llegó por fin en la temporada de su regreso. Había ganas.

Una tercera plaza no es una victoria, porque no lo es, y Alonso lo sabe bien, porque ha conseguido muchas. Su propio compañero, Esteban Ocon, ya había degustado estas mieles en el presente 2021. Y también el otro español de la parrilla, Carlos Sainz. Pero si no es una victoria, que no lo es, sí es un éxito, puesto en el debido contexto. El resultado de Losail es una esperanzadora catapulta a la próxima campaña, en la que Alonso tiene puestas sus miras en el estreno de un nuevo reglamento que, sobre el papel, igualará las prestaciones de los coches y premiará a los pilotos más talentosos. Si se trata de imponer la calidad individual al volante, al ovetense le sobra. De eso hay pocas dudas. Fernando Alonso ha vuelto al podio de la F1 en el mejor momento, para tomar impulso ante la cercanía de un curso 2022 que permite soñar.