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El Barça del "es lo que hay" seguía ahí

Limitaciones. Después de dos pasos adelante, el Barça dio uno hacia atrás contra el Betis. Su derrota tampoco encierra grandes misterios. Su falta de jugadores de jerarquía en la zona caliente del fútbol es atronadora. Coutinho y Abde, uno por jugador en declive y otro por animoso y con un toque de más, fueron poca cosa, y Memphis parece un Quijote luchando contra molinos de viento. El Barça sólo pudo agitar el partido cuando salió el único jugador capaz de que pasen cosas. Con Dembélé tuvo el gol algo más cerca, pero el francés tampoco es preciso en el último pase ni en el remate; y Pellegrini, en un detalle de buen entrenador, quitó a un delantero y metió a Carvalho para mandar a Guardado a la banda izquierda a ayudar a Álex Moreno. Eso frenó el empuje del Barça y equilibró el partido. Inteligente, el Betis esperó a que llegase su momento y el Barça dejase un océano a su espalda para ganar el partido con un gol de Juanmi, que ya había sido héroe en el Camp Nou con la camiseta del Málaga en 2015. Definió con las pulsaciones bajísimas, la mejor señal de un delantero con confianza.

Déjà Vu. "Esta es la realidad y hay que asumirla". Vaya. La frase de Xavi recordó mucho a la que se convirtió casi en un eslogan con Koeman. Además de un buen puñado de jóvenes que ya se han quedado en el primer equipo, al holandés se le recordará por la crudeza con la que radiografió al Barça, con y sin Messi. Y hasta que, de tanto repetirlo, dejó de tener fuerza y le quitó credibilidad en el vestuario, el discurso tenía un punto muy realista. El Barça, que el año pasado ganó la Copa y peleó la Liga hasta el último tramo, circula a seis puntos de la zona Champions y mira al Madrid con prismáticos.

A la ruleta. Xavi repite una y otra vez que es honesto y lo será hasta el final, pero es difícil aceptar que de verdad piense que el Barça puede aspirar a la Liga. Otra cosa es que si repitiese cada día que "esta es la realidad y hay que asumirla" se convertiría en Koeman, y sus fans no quieren eso. De momento al Barça, al que también le pasa de todo (Gavi terminó en el hospital) tiene una final en pocos días en Múnich, sobre la que es difícil ser optimista. Hay quien ya desliza que igual lo mejor sería caer a la Europa League y, desde esa vía, pelear por el título y una plaza de Champions, que se está cogiendo muy mal color. Pero eso no liga con el discurso de grandeza que ha traído Xavi. Habrá que tirar al aire la moneda de Dembélé. El Barça del "es lo que hay" no se había ido.