El Barça de Xavi no se hizo en un día

El fútbol no es un mundo ideal y de la teoría a la práctica hay un viaje larguísimo. Xavi proclamó "presión alta, juego de posición y posesión" a su llegada hace unos días y su primer Barça terminó pidiendo la hora en su debut contra el Espanyol y agradecido al poste derecho de la portería de Ter Stegen y a la desorientación de Dimata. Estas cosas curten. Hay pocas dudas sobre que Xavi es el entrenador ideal para el Barça de estos días. Al menos, el de consenso. Pero su llegada no va a disimular ni una sola de las carencias que tiene el equipo, especialmente arriba. Lo que sí sorprendió fue ver al Barça empequeñeciendo cada minuto y agarrado a un rosario para que el Espanyol no le empatase. Xavi intentó explicarlo desde la teoría ("teníamos que haber tenido el balón en campo contrario"), pero la práctica dijo lo contrario. En cuanto se fue Gavi y cayó el nivel físico de De Jong y Busquets, el Barça fue menor.

Aparte de sacar jóvenes, uno detrás de otro (a Ilias, debutante ayer, el holandés se lo quiso llevar como a Gavi a la pretemporada pero el chico dio positivo por COVID), Koeman diagnosticó una falta de efectividad alarmante en el equipo que Xavi comprobó este sábado de primera mano. El Barça, que jugó una primera parte más que correcta, no sabe terminar las jugadas. A la espera de Ansu, tendrá que confiarlo todo en el juego de asociación y en la estrategia. Sin pegada, sin embargo, es muy difícil circular por la aristocracia europea, así que el martes le esperan curvas contra el Benfica.

El partido, en el fondo, lo decidió el juez. Del Cerro Grande pitó penalti en una jugada muy gris que ni fue "de chiste" como dijo RdT, ni tan evidente como lo vio Xavi. Cabrera tocó el balón con una pierna y se llevó con la otra a Memphis. La acción pudo acabar en el limbo o, como pasó, con el balón en los once metros y 1-0. El Espanyol demostró personalidad y Vicente Moreno supo darle un giro al partido con las apariciones de Melamed y Morlanes. Xavi estuvo más lento y sus cambios, salvo el de Abde, fueron a remolque de lo que estaba pasando. El Espanyol ya había cogido el mando del partido y no empató de milagro. Pero a quién le puede extrañar, si en el Barça estaban jugando multitud de críos. "Niños", dijo Sergi al final del partido de Vigo. "Nanos", les llamó con cariño ayer Xavi. Al técnico se le hizo tan largo el partido como debe ser su viaje en el banquillo del Camp Nou. No se sabe si el Barça será en algún momento un imperio con Xavi, pero desde luego no se hará en un día.