Hamilton es más que un coche
Las victorias de Lewis Hamilton han estado casi siempre acompañadas de un asterisco, que se explicaba con una verdad inapelable: “Tiene el mejor coche”. Así ha sido durante mucho tiempo, pero esa ventaja también se ha convertido en un hándicap, porque ha tapado su verdadera clase, su rebosante talento… El fin de semana que se ha marcado en Brasil, con triunfo final después de remontar 24 plazas entre en el esprint del sábado y la carrera del domingo, corona a Hamilton como el campeonísimo que siempre ha sido, con una de las mayores exhibiciones de su dilatada trayectoria. El inglés lo hizo con un monoplaza superior, efectivamente, y con nuevo motor, de acuerdo. Llegados a este punto, siempre aparece el demagógico comentario de que al volante de un Mercedes tendría el mismo rendimiento hasta un piloto de Haas. Pues, no. Ningún piloto de Haas sería capaz de emular la gesta que este mágico fin de semana se ha visto en Interlagos. Pero tampoco su compañero de escudería, Valtteri Bottas, de quien a veces se olvida que maneja el mismo coche.
Otra reiterada crítica a los éxitos de Lewis es que nunca ha tenido un rival a la altura. También errónea. El heptacampeón afronta este año un Mundial igualadísimo, con un Max Verstappen que lidera la clasificación con 14 puntos a falta de tres grandes premios. En diciembre sólo habrá un campeón, pero ambos han hecho ya méritos para sentarse en el trono. La calidad y la tensión de sus duelos son tan grandes, que cada domingo se alterna el sentido de las apuestas. En México parecía que Verstappen tenía el trofeo en el bolsillo. Y ahora, después de Brasil, es el defensor del título quien se erige como un ser superior. El campeonato está que arde. Y si expulsamos los tópicos sobre Hamilton y los prejuicios arrastrados de sus viejos litigios con Fernando Alonso, se puede disfrutar mucho del espectáculo. El de Sao Paulo fue soberbio.