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Un mes después de haberse lesionado en el entrenamiento previo al partido ante el Celta, Gareth Bale ha vuelto a sentir la indómita llamada de la patria galesa. No lo puede evitar, es un impulso salvaje que le hace olvidar inmediatamente sus molestias y que le cura las lesiones como un "bálsamo de Fierabrás" que ya hubiera querido para sí Don Quijote. Es curioso que el trabajo y los cuidados de los médicos y recuperadores madridistas en el último mes hayan llegado justo a tiempo para que el ingenioso extremo pueda cumplir su centenario con la selección del Dragón. ¡Qué casualidad! El maltrecho hidalgo no juega con el Real Madrid desde finales de agosto, cuando un milagro insospechado le había permitido actuar en tres partidos seguidos, inusitadamente todos fuera del Bernabéu. En el estadio madridista no contemplan su triste figura desde hace casi dos años, pero seguro que los hinchas blancos están deseando volver a verlo para premiarle con aplausos por sus últimas actuaciones.

Pero volvamos a la esperada convocatoria galesa, donde su seleccionador Robert Page reconoció hace una semana, citando palabras del propio jugador, que Gareth estaba haciendo todo lo posible para llegar a estos partidos y advirtiendo en tono atrevido: "Si él dice que está bien, por qué no va a jugar". Mientras tanto, el Madrid guarda silencio y no hace público un parte médico de su lesión como exigió el futbolista, y Ancelotti se muerde la lengua y hace un llamamiento a la fe para que la parroquia siga teniendo esperanzas en el afligido personaje. Y además el club le sigue pagando religiosamente una ficha altísima. Solo falta que vuelva a sacar su bandera con aquel 'Wales, Golf, Madrid. In that order'.