Sobre tarjetas, tarjeteros y tarjeteados

Ahora que ya han conseguido que no sepamos qué es mano y qué es fuera de juego, podemos confesar sin problema que nunca supimos lo que es tarjeta y lo que no. Sé que esto no será consuelo para Luis García, el último atropellado por una expulsión intempestiva, castigo a un comentario socarrón que el cuarto árbitro se apresuró a chivar al primero. Este cogió la ocasión por los pelos para blandir de nuevo la roja que había enfundado sin honor tras habérsela mostrado a Iza por una tremebunda entrada a Dani Rodríguez, que iba solo hacia portería. Esta tarjeta, mire por dónde, sí la habíamos entendido pero acabó en el limbo, Mateu Lahoz mediante.

Porque Mateu Lahoz estaba en el VAR. A él no suelen entrometérsele desde el VAR cuando está sobre el campo porque le tienen por el pope (tampoco sé por qué) pero él sí se entromete y recomendó a Pizarro Gómez que repasara una entrada algo anterior de Baba a Espino; lo hizo, vio una faltita y anuló todo lo posterior, así que salvó a Iza y a cambio le mostró amarilla a Baba. Eso sí, como la roja le calentaba todavía en el bolsillo, cuando acababa el partido la aireó ante Luis García. Cuando se ha hecho un estropicio mayúsculo no hay nada como castigar a un inocente para emborronar todo lo anterior. Mateu y Pizarro están para dar galas de la mano.

A cuenta de las tarjetas el Atlético plantea una cuestión: hasta esta jornada que acabó anoche (no habrá cambiado mucho la cuenta) era al tiempo el equipo con menos faltas cometidas y el que más tarjetas había visto. Una cuenta difícil de cuadrar. Habría que mirar una por una las faltas y las tarjetas, y también las faltas sufridas y las no tarjetas, para ver si esto encaja, pero es difícil. Lo mejor sería pensar que en esto hay mucho de rifa, como se vio en Cádiz. Porque más feo sería admitir lo que a veces oigo: que entre los árbitros cunde la comidilla de que Simeone presiona mucho e incita a hacer lo propio a sus jugadores, y que conviene atarlos en corto.