TOMÁS RONCERO

Modric, en su partido 400 de blanco, nos liderará

El pequeño genio croata ha hecho un pacto con el diablo y cada año que pasa (ya va por los 36) es mejor, como los buenos vinos de reserva...

Modric, en su partido 400 de blanco, nos liderará
SERGEI SUPINSKY
Tomás Roncero
Nació en Villarrubia de los Ojos en 1965. Subdirector de AS, colaborador del Carrusel y El Larguero y tertuliano de El Chiringuito. Cubrió los Juegos de Barcelona 92 y Atlanta 96, y los Mundiales de Italia 90, EE UU 94 y Francia 98. Autor de cuatro libros: Quinta del Buitre, El Gran Partido, Hala Madrid y Eso no estaba en mi libro del Real Madrid.
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No estará Cristiano, el hombre que silenció el Camp Nou durante años con sus golazos revestidos de titanio, pero sí el jugador que si hay justicia ganará el Balón de Oro (Benzema), en compañía de ese fabricante de bicicletas que está on fire (Vinicius). Pero por encima de todo mi tranquilidad reposa en tener como director de orquesta a nuestro Luka Modric. El pequeño genio croata ha hecho un pacto con el diablo y cada año que pasa (ya va por los 36) es mejor, como los buenos vinos de reserva...

Luka jugará hoy su partido número 400 de blanco y seguro que lo celebrará sacando el tarro de sus exquisitas esencias. Me conformo con que repita la joya de orfebrería que nos regaló hace un año en el Camp Nou, con un golazo con el exterior de su pie derecho que llevaba dedicatoria incluida (a Rafa Benítez).

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Ese 1-3 del curso pasado puede ser un buen aperitivo para completar hoy otra barra libre en el Camp Nou, que empieza a ser nuestro jardín por la facilidad con las que nos hemos llevado los últimos Clásicos. De hecho, de los últimos ocho allí, el único que hemos perdido fue en el único en el que faltó Messi. Ahora se van entendiendo muchas cosas...

De todas formas, la piel de cordero no cuela. Los culés asumen en la intimidad su inferioridad manifiesta, pero los madridistas sabemos que los nuestros navegan mal entre la autocomplacencia. Ancelotti debe tocar el orgullo de su tropa y recordarles que millones de madridistas piden esta tarde un triunfo histórico, con grandeza, contundente, sin piedad. Es la hora de mandar al Barça al diván. Sin confianzas, pero con la firmeza de una manada de osos. Todos blancos, por supuesto.

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