La mejor medular del mundo
Hay coches de alta gama que acaban frustrando al comprador porque a pesar de una apariencia imponente terminan fallando por un cablecito o el ajuste de una tuerca. Esos son los equipos fabricados en torno a los nombres y no a los hombres. Los fuegos artificiales son bellos en su desarrollo, pero terminan dejando un sentimiento de frustración en el que los ve porque pasan rápido y cuando explota el último cohete sabes que no van a volver. Eso explica la decepcionante imagen que está dando el PSG hasta ahora a pesar de haber acumulado una constelación de estrellas con un precio fuera de mercado. De hecho, Raiola quiere ahora sacar de París a Donnarumma en vista de que el gran Keylor Navas se ha ganado la titularidad por su rendimiento a pesar del millonario sueldo del joven portero italiano.
Con el centro del campo del Real Madrid pasa todo lo contrario. El coche que pilota Carlo Ancelotti no está en la Expo de los Fórmula 1 más deslumbrantes, pero sabe que su coche acabará compitiendo por ganar todas las carreras porque su motor es imbatible. Sólo se trataba de ajustar la puesta a punto (física) de Casemiro, Kroos y Modric. La Santísima Trinidad del fútbol. Las tres Champions consecutivas que ganaron demostraron que ese motor es de alta fiabilidad y que soporta pavimentos de toda clase y cambios bruscos de temperatura. Para ellos no hay excusa ante el fracaso. Cuando los tres están bien, el madridismo duerme a pierna suelta.
Por si fuera poco, en la recámara, y por si hay necesidad de pasar por boxes, aguarda un motor alternativo formado por Camavinga, Valverde y Asensio. Casi nada al aparato. Y ojo, que en el almacén siguen esperando piezas importantes y resolutivas como Antonio Blanco, Isco y Ceballos (Dani, yo te espero). El centro del campo del Madrid es una joya. El mejor del mundo.