La traición de Míchel y la mirada larga de Bordalás con Guillamón
Sin miedo al cambio
Hay decisiones que valen una carrera. El paso de Hugo Guillamón (21 años) de la defensa al centro del campo sugiere algo que por sabido no es menos relevante. Su reconversión confirma el distinguido trabajo individual que Bordalás realiza con sus futbolistas. En Guillamón había un central de condiciones, pero disperso en las marcas y, a veces, poco contundente. El gol de Íñigo Martínez, que se impuso con una superioridad aplastante al valencianista, revela esta verdad. Era necesaria una reflexión sobre su figura y Bordalás la hizo. Podía ser un gran mediocentro. Guillamón tiene inteligencia táctica, buen pie y visión de juego. Igual que no estuvo bien en la vigilancia a Íñigo Martínez, emergió con clase y poderío en la medular. Dio continuidad a la posesión (49 pases buenos, 11 de ellos en largo), sostuvo el bloque (12 duelos ganados) y resultó providencial en el empate con una apertura a Guedes magnífica. Si algo define a Guillamón, es la mirada larga para encontrar al portugués siempre que puede. Le dio 13 entregas ante el Athletic. Entre los buenos se entienden.
Traicionarse uno mismo
El comienzo en blanco del Getafe arroja una conclusión nada asombrosa. No hay mudanza sin sobresalto. Tiene razón Míchel cuando asegura que han perdido jugando bien y jugando mal, pero en cambio no dice nada sobre esa revisión a medias del estilo que ha desfigurado por completo al Getafe. El baño sufrido ante el Betis no se trata de un simple indicio. Míchel quiere jugar a algo que su alineación titular niega. No se puede salir desde atrás sin futbolistas para ello. Apenas Cuenca es el único central afinado con balón. Ninguno de los otros, junto al trío de centrocampistas que dispuso (Florentino, Timor y Maksimovic), destacan en este apartado. La salida desde atrás le provoca mil y un problemas al Getafe como pasó en el primer gol de Willian José. Míchel parece creer en algo que no se corresponde a lo que hace después.
La idea y el ejecutante
Qué bueno que el Rayo volvió a Primera. Conviene siempre insistir en el mérito de Iraola, ideólogo absoluto de este equipo hecho a partir de la intensidad, verticalidad y mentalidad ofensiva. Álvaro García (28 años) es uno de esos futbolistas idóneos para su estilo. Agresivo, valiente y pertinaz, no para quieto. No solo desborda desde la izquierda, sino que también es capaz de seguir la jugada cuando va por el otro costado. Ante el Cádiz, su otro equipo, marcó de esta forma. Álvaro ha participado en 24 secuencias de acciones de disparo, la sexta cifra más alta de LaLiga. Cinco de las mismas acabaron en gol.
La inferioridad
Al Espanyol, como a tantos otros, no le dio para sacar algo del Pizjuán. Sin jugar un mal partido, salió descosido por el planteamiento bien pensado por Lopetegui. Con Suso y Ocampos entre líneas por dentro, el Sevilla se proyectó a través de Navas y Acuña. El 77% de sus ataques fueron por las alas. Vicente Moreno nunca pudo contrarrestar el vuelo exterior del Sevilla en el primer tiempo. Embarba no socorrió a Aleix Vidal y el cambio de banda de Wu Lei tampoco reparó nada. El Espanyol se fue de vacío sin hacer uno de sus peores partidos. Suele pasar cuando el Sevilla de Lopetegui está enfrente.