En manos de Pacheta y de los jugadores del Real Valladolid

Tras acumular tres derrotas consecutivas, jugando de aquella manera, al Real Valladolid le toca ganar ya de una santa vez. Poco importan los debates de si hay que cambiar o no de sistema, de si la gente tiene más o menos paciencia, de si hay que estar tranquilos o intranquilos. Dejemos de lado al entorno, a los aficionados, a la Prensa, al pasado, a lo que pudo ser y no fue, a los árbitros y al de dónde venimos. Centrémonos en lo importante, aquí lo que cuenta es lo que pase en el campo de juego. Aquí quien tiene la sartén por el mango y tiene que resolver el problema son el entrenador y los jugadores. Y si la cosa no funciona es a ellos a quien hay que pedir cuentas más pronto que tarde.

Porque el discurso de que hay una gran plantilla y de que esto va a salir sí o sí, es simplemente eso, un discurso, palabras que van y vienen. La gente quiere hechos. El público quiere ver jugar bien a su equipo y lograr resultados. Y estos no llegan. Algo no se está haciendo bien por parte del entrenador, evidente. Es el principal responsable de todo, pero también por parte de una plantilla acostumbrada a perder y falta de carácter en los partidos. Preocupante.

Y la conclusión es clara. Hay buenos jugadores pero, de momento, no hay equipo. No están demostrando el nivel que se les presume por segunda temporada consecutiva. Y la gente detecta las cosas. Puede ser muy crítica con Pacheta porque no consigue dar con la tecla necesaria, pero si se acaba la paciencia apuntará directamente a los futbolistas que ya no tienen el escudo de Sergio González para parar las críticas. La gran mayoría de los jugadores del Valladolid gana más que el que más gana del Burgos y eso obliga a dar un rendimiento muy superior al que están dando. El fútbol no es una ciencia exacta, ni siempre dos y dos suman cuatro, pero hay cosas que deben prevalecer y perder con el Burgos por goleada, estar tres partidos sin marcar o que te pueda pintar la cara el Alcorcón, son cosas difíciles de digerir.

Mantengo mi discurso. Esto está empezando. Confío en Pacheta. Hay una gran plantilla, pero me preocupa que mi propio discurso se vuelva contra mí. Espero que con el paso de las semanas no tenga que arrepentirme por haber sido más confiado y optimista de lo que este entrenador y jugadores se merecían.