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Cristiano vuelve al hogar

Lo malo de ser un mito en vida es que uno todavía tiene la oportunidad de arruinar su propia leyenda. Sólo Maradona fue alabado en el error y pudo soportar el peso de ser un héroe viviente pagando un precio altísimo. Que Messi, por diversas circunstancias, haya terminado en el PSG no mancha su carrera, ni mucho menos, pero el equipo de los jeques y los cheques le resta cierto aura. Pero, al mismo tiempo, ser un ídolo y seguir vivo también te permite añadir aciertos y facilitar el ascenso al Olimpo.

El regreso de CR7 al United ha sido un viaje inesperado en medio de unas semanas de completo delirio de fichajes, jeques y cheques. Cristiano Ronaldo ha vuelto a su hogar adoptivo, al primer equipo grande que confió en él y eso le ha reconciliado con parte de los aficionados al fútbol que no se sienten cómodos con su cuestionable lenguaje gestual. Hay algo romántico en todo ello y es que debajo de su coraza de Kent hay dosis de tragedia. Aunque parezca un triunfador enfadado porque los demás no son tan buenos como él, más bien él se enfada consigo mismo para ser todavía mejor. Su voluntad sobrehumana le ha llevado a volar en la misma clase que Messi durante más de una década. Sin tener ni la mitad de talento natural que el argentino, ha recibido merecidamente 5 Balones de Oro, que es como haber ganado cinco Tours en la época de Indurain.

Pero esa misma determinación feroz produce angustia porque como dice Bielsa: "Ser el mejor te quita felicidad". Es un Hércules enfrentado a los 12 trabajos, un Jasón que lidera a los Argonautas, un Ulises que vuelve a su hogar para recuperar su reino. Su mera presencia determina el estado emocional de un equipo porque estimula con su ejemplo el hambre de los demás. Su condena es la condena de los ganadores y con sus triunfos persigue despertar un amor que cure las heridas de niño de origen muy humilde. De ahí su obsesión por proteger y cuidar a su familia. En el fondo, Old Trafford es el lugar donde una vez consiguió mezclar victoria y cariño.