El necesario crecimiento de Camavinga

La llegada de Eduardo Camavinga ha sido la buena sorpresa de última hora en un mercado de fichajes dominado (con cierta obsesión, hay que decirlo) por la figura de Kylian Mbappé. Los más pesimistas dirán que el centrocampista francés sólo es una muy pequeña compensación, pero los más optimistas reconocerán con satisfacción que se ha cumplido un objetivo que el Madrid se había marcado hace ya un par de años. Personalmente me sitúo entre los que ven el vaso medio lleno. Primero porque mis esperanzas de ver a Mbappé con la camiseta blanca esta temporada nunca fueron grandes y, segundo, porque creo que Camavinga puede llegar a ser útil dentro de muy poco tiempo.

No les voy a esconder que, en Francia, el ahora antiguo jugador del Stade Rennais ya no provoca el entusiasmo de cuando irrumpió en la Ligue 1. El chaval lleva un año algo perdido. No ha mejorado y no fue convocado con la selección francesa para la Eurocopa. Necesitaba cambiar de aires para volver a emprender el camino de la progresión futbolística y humana. El Madrid de Ancelotti me parece el lugar ideal para ello porque el Madrid es el Madrid y porque Carletto sabe mejor que nadie como moldear a las jóvenes promesas. En París recuerdan que fue el técnico italiano quien lanzó hacia el máximo nivel a Verratti y a Rabiot, ahora grandes estrellas.