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La tristeza de Jon Rahm

Jon Rahm volvió a la escena pública después de la dolorosa noticia que le dejó fuera de los Juegos: un extraño positivo por coronavirus, el segundo en un plazo de apenas dos meses y ya vacunado. Y ha vuelto, precisamente, con esa espina todavía muy clavada: “Aún me produce tristeza cuando lo recuerdo”. Rahm estaba muy ilusionado con participar en Tokio 2020, porque suponía un escenario radicalmente diferente al que él frecuenta, un campeonato donde no compites sólo por ti mismo, sino por un país. Eso es muy difícil en el golf profesional, porque no existen eventos por selecciones. Lo más parecido es la Ryder Cup: Estados Unidos contra Europa. Esa ilusión la expresó en vísperas del evento olímpico y ha vuelto a repetirla ahora en la previa del Northern Trust, el primero de los tres torneos de los playoffs de la FedEx Cup, una de las competiciones del planeta que reparte premios más suculentos. Puro contraste con Tokio. “Quería ganar el oro, claro, pero simplemente representar a España y haber formado parte de su medallero habría sido algo enorme”, dice el León de Barrika.

Rahm se lamenta más porque, en su opinión, no estuvo contagiado de COVID-19. Su positivo surgió después de varios negativos seguidos y no sufrió ningún síntoma de la enfermedad. Su experiencia integra uno de los muchos misterios que aún envuelven a la pandemia y que sólo podrán ser resueltos por la comunidad científica. El deporte poco puede hacer, salvo marcar un reglamento para todos, igual que hace para arbitrar sus competiciones. El caso de Jon no fue único en los Juegos, hubo más deportistas excluidos. Y lo mismo ha sucedido en otros eventos: el año pasado, por ejemplo, dos equipos al completo tuvieron que abandonar el Giro. La herida se acabará cerrando, es lógico que duela. Y habrá que esperar que pueda sanarse del todo en París 2024. Rahm es joven. Y no queda tanto.