Arranca una temporada ilusionante, pero complicada
Casi tres meses después de la certificación del descenso a Segunda, vuelve la competición, vuelve a rodar el balón en serio, vuelve lo que más les gusta a los aficionados y que tanto echamos en falta los que no podemos pasar mucho tiempo sin este deporte: vuelve La Liga. No podemos negar que desde el punto de vista del Real Valladolid, todo lo vamos a vivir con un punto de desilusión al comprobar que, tras tres años consecutivos entre los grandes, toca de nuevo remar en la siempre complicada Segunda División para tratar de lograr el objetivo de volver a Primera cuanto antes. En la cabeza de todos, sobre todo en la del presidente Ronaldo, está poder firmar una temporada como la que hizo el año pasado el Espanyol. Sí, eso sería lo ideal, pero no será nada fácil conseguir retornar a la máxima categoría del fútbol español a las primeras de cambio. Los últimos ascensos del Real Valladolid han venido precedidos de alguna temporada más de penitencia en Segunda. Ese es el riesgo que se puede correr este año también.
Es verdad que la llegada de Pacheta ha ilusionado a todo el mundo. Tiene carisma, personalidad, liderazgo y experiencia en la categoría. Así, de pronto, parece el entrenador ideal para conducir este proyecto. Y el club cuenta con un plantel de jugadores amplio, demasiado amplio todavía, y de calidad contrastada. No cabe duda de que en las quinielas de casi todos estarán los blanquivioletas como grandes candidatos a subir. Eso es bueno pero aportará una dosis extra de presión que habrá que saber manejar en los momentos complicados de la temporada, que llegarán. Ya lo verán.
Pero el ascenso no se gana en las salas de prensa ni en las casas de apuestas. Se asciende ganando partidos, muchos partidos y fallando poco. Y, de entrada, primer partido en Las Palmas ante un equipo incógnita entrenado por Pepe Mel. El Valladolid no puede vivir, como hacía el año pasado con Sergio, obsesionado con el rival. Los de Pacheta tienen que salir en cada partido a ganar, a jugar mejor que el contrario y a correr, al menos, lo mismo que el rival. El futbolista que piense que va a ganar los partidos con el nombre se llevará un tremendo batacazo a las primeras de cambio. La Segunda es una competición dura, difícil y casi interminable. Los despistes y la falta de intensidad se pagan de manera letal. El Valladolid lo sabe, por su historia, perfectamente. Y Pacheta también.
Hay expectación por conocer el primer once del de Salas de los Infantes. Quizá con gente que acabe saliendo antes del cierre del mercado y quizá sin gente que ni siquiera ha llegado al club pero que próximamente va a llegar. Con los que salgan, se trata de empezar bien y de ganar. De enseñar a los rivales las garras desde el primer minuto de la competición. Llega, pues, el primer asalto en el Estadio de Gran Canaria. Ojalá la cosa empiece bien.