Yokohama, 'minha' Yokohama...
"Isto aquí, oh oh, é um pouquinho de Brasil, iá iá"… La histórica canción del maestro Ary Barroso, eternizada por el padre de la Bossa Nova, João Gilberto, habla de un país y de un pueblo que se enorgullece de las cosas buenas que tiene. Del honor de poder llevar esas bellezas alrededor del mundo y enseñarlas con aprecio y alegría.
Hay muchas cosas que a nosotros, los brasileños, nos enorgullece. La música, el baile, la naturaleza. Y el fútbol. Un brasileño nace aficionado del fútbol, nace con un balón en los pies. Es nuestra pasión, nuestra costumbre, nuestra religión. Y la última vez que hemos podido decir que fuimos los mejores del mundo fue en aquel 30 de junio de 2002, cuando Ronaldo, el Fenómeno, arrolló a la Alemania de Kahn con un doblete espectacular para liderar un equipazo que tenía a Rivaldo, Roberto Carlor o Ronaldinho a nuestro quinto título Mundial.
Aquél triunfo inolvidable fue en el mismo Yokohama Stadium donde este domingo Brasil volvió a conocer la gloria y conquistó el inesperado bicampeonato olímpico en una victoria agónica contra España en la prórroga.
Pero si en los Juegos Olímpicos de Río 2016 estaban Neymar, Marquinhos y compañía, en Tokio 2020 Brasil llegó con un equipo improvisado, sin nueve 'titulares' que no fueron a los Juegos Olímpicos porque sus equipos no les dejaron. Tuvo que apostar por una llamada de última hora al veteranísimo Dani Alves que, en lo alto de sus 38 años, jugó todos los minutos y lideró a un equipo joven y sin estrellas a una final contra la poderosa España que fue a Tokio con seis jugadores que estuvieron en la Eurocopa.
Sin Gabriel Jesus, Vini, Militão, Lodi o Rodrygo, crecieron las figuras de Bruno Guimarães, Guilherme Arana, Matheus Cunha y Richarlison. Cuatro jugadores que se multiplicaron en campo y fueron clave para la heroica conquista del bicampeonato olímpico.
Veinte años después, Yokohama vuelve a ser 'um pouquinho de Brasil'. Un lugar mágico para el fútbol brasileño (ahí también ganaron el Mundial de Clubes São Paulo, Inter y Corinthians contra Liverpoo, Barcelona y Chelsea) y que vuelve a habitar el imaginario del hincha brasileño veinte años después. Nuevos recuerdos y nuevas glorias de un "Brasil que canta e é feliz... feliz... feliz...".