La enfermedad invisible de Simone Biles
Sábado, 30 de marzo de 2019. El Auditorio del COE alberga la Gala de la Federación Española de Remo. Después de recoger un premio, Anna Boada se acerca al micrófono, desdobla un papel y comienza a leer. Los asistentes nos quedamos atónitos, impactados por su tremenda historia. Dice así:
"Lamentablemente me cuesta aceptar que esta vez no he sido capaz de encontrar las fuerzas para continuar luchando. Las enfermedades no las escogemos, a veces ni las aceptamos, sobre todo cuando hablamos de problemas de salud mental. Hoy está mucho más reconocida una fractura de brazo que la depresión o la ansiedad. Lo más complicado de una depresión no es caer, lo más difícil es no saber cuándo vas a volver a tocar el suelo para empezar a levantarte. La soledad te invade por la vergüenza de ser juzgado, de que la gente sepa la realidad, que tengan miedo a acercarse a ti para evitar contagiarse. El bucle empieza a alimentarse y te encuentras perdido. Igual me di cuenta muy tarde, igual no supe hallar la ayuda adecuada, igual la gente cercana no estaba preparada, quizás ni yo misma era consciente de hasta dónde podía llegar a hundirme. He dejado de buscar culpables, de preguntarme qué hubiera pasado con otras decisiones. Al final he sido la perjudicada, el mundo ha seguido girando mientras yo estaba paralizada sin saber cómo seguir. Sólo he querido contar mi historia para concienciar a los presentes de que únicamente los deportistas sabemos los límites de presión a los que estamos sometidos año a año. No soy ni seré la única deportista que necesita ayuda para gestionar tantas emociones. Me gustaría pensar que hay alguna forma de apoyarnos durante las crisis, pero también como prevención antes de que sea demasiado tarde. Aquí estoy para lo que cualquier remero necesite. Deseando que para él o ella no sea demasiado tarde y pueda disfrutar de este gran deporte de la forma que a mí me hubiera gustado poder seguir disfrutando”.
Anna Boada tenía que haber disputado este jueves la final de dos sin timonel con Aina Cid, pero se quedó en el camino. Su carta no relata una historia exclusiva. Simone Biles ha sufrido un caso similar en plenos Juegos Olímpicos. Ni las estrellas se salvan. Estas enfermedades no distinguen, y golpean tan fuerte o más que cualquier lesión física. Así hay que tratarlas. Y una buena manera de empezar es con ejemplos como estos, para que dejen de ser invisibles.