Los errores de la UEFA no hacen buena la Superliga
Lleva la UEFA varias decisiones muy discutibles -por no decir desafortunadas- durante la Eurocopa: la presión a Dinamarca para que el encuentro en el que se desvaneció Eriksen se reanudara ese mismo día o la mañana siguiente al mediodía; la exigencia al gobierno británico de que dispense de la cuarentena a los 2.500 VIP's que tienen que asistir a la final; la negativa a iluminar el estadio del Bayern de Múnich de color arcoíris para combatir la ley discriminatoria contra el colectivo LGBTIQ que ha aprobado el parlamento húngaro… Los promotores de la Superliga y sus entornos se han encargado de subrayarlas e incluso usarlas como argumentos a su favor, como si los deslices del órgano rector del fútbol europeo en otros asuntos justificaran la creación de un torneo con un formato excluyente, elitista e injusto.
Por muy mal que haya decidido el organismo presidido por Aleksander Ceferin en estas cuestiones, la propuesta de liga semi-cerrada que nos hicieron sigue siendo ofensiva para los aficionados de todos los clubes de Europa que no formaban parte del grupúsculo fundador. Marcaba unas diferencias entre unos y otros que no son admisibles en un deporte meritocrático y que seguirán siendo inaceptables por muchas equivocaciones que cometa la UEFA. Ese es el punto en el que deben concentrarse si quieren volver a proponer algo parecido.
Y eso es lo peor de todo: que no parecen haber entendido por qué su proyecto fracasó. La gente no salió a la calle en Inglaterra para defender a la UEFA. No les movió un deseo de querer preservar los privilegios de los que ahora organizan las competiciones. Al aficionado de a pie, la UEFA le da igual, e incluso la observa con cierta sospecha. Lo que les indignó fue el formato propuesto; una liga en la que habría equipos que siempre estarían presentes por muy mal que lo hicieran. Florentino y Laporta no dejan de hablar de presiones y amenazas, pero no les he escuchado rectificar un formato que cayó como un insulto en la comunidad del fútbol y que lógicamente provocó que su proyecto fuera rechazado con ferocidad.