El gen competitivo del Madrid y de Gasol
Poco antes de arrancar las semifinales ACB, un dirigente cercano al Valencia Basket me comentó que no se fiaba nada de las anunciadas debilidades del Real Madrid, a pesar del catastrófico parte de enfermería que presentaba en la víspera. “El Madrid tiene algo por lo que nunca puedes darle por hundido, siempre resurge, siempre compite hasta el final... Esta temporada ha pasado en fútbol y también en baloncesto”, comentó ante mi asentimiento. Sergio Llull, uno de los artífices, ha puesto nombre a ese “algo” en su última comparecencia: “El gen competitivo”. Y lo explica así: “Cuando peor están las cosas, este equipo saca su carácter, las ganas de hacer las cosas bien, de seguir ganando y de seguir luchando por los títulos”. Se ha visto en varias situaciones a lo largo del presente curso. La última, precisamente, ante el Valencia. O también cuando llevó al Efes, posterior campeón de Europa, hasta el quinto partido. Así que, por muy mermado que parezca, ya nadie se fía, o no debería fiarse, del Madrid de Pablo Laso, el técnico que ha recuperado el pedigrí de campeón.
Al otro lado de la cancha, en la final de Liga que comienza este domingo, estará su eterno rival, el Barcelona, y un mito, Pau Gasol. El pívot también ha resaltado ese don madridista: “Parece que no estén y siempre están”. Gasol conoce bien de lo que habla, porque ha lucido siempre ese mismo gen competitivo. A sus 40 años, que serán 41 el 6 de julio, no se conforma con actuar de comparsa. Al contrario, Pau lidera la máxima valoración histórica por minuto en los playoffs de la ACB, con un promedio de 18,5 en 15:24 minutos. Es decir, juega poco, pero lo hace con un enorme impacto. El Barça tiene, puesto a puesto, mejor equipo que el Madrid, pero todavía no ha exhibido ese gen que ayuda a salvar los obstáculos. En sus filas, eso sí, tiene al mejor guía para señalar el camino.