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Sucede a veces y es como un golazo doble. Uno que te marcan por la escuadra y a la vez lo metes tú a la remanguillé: cuando lees algo que escribe otra persona y es exactamente lo que tú sientes. Me pasó hace mucho con el maestro Sergi Pàmies en un artículo en Babelia: con un par, reconocía que de la mayoría de los libros recordaba todo lo anecdótico alrededor de su experiencia lectora y casi nada de su contenido. Donde lo compraste, aquella portada, el lugar en que lo leíste, con quién compartiste esos días, qué pasaba a tu alrededor mientras leías. Aquel texto fue una revelación para un lector acomplejado como yo, borracho de ínfulas ante cada una de mis lecturas.

Yo no recuerdo a Schuster armando el taco en su Euro de 1980, pero no olvido un televisor Vanguard pequeño, en blanco y negro, que mostraba a Rummenigge en estadios vacíos. Sé que vi el gol de Platini a Arconada del 84 con mi padre, pero me acuerdo más del dolor de un patadón a una mesa tras una ocasión de Santillana. Me ha emocionado más escuchar el temazo Football’s Coming Home desde 1996 que muchos goles. Pienso en el triunfo de 2008 y me viene la charla de Zapatones avisando del peligro teutón de un tal Wallace que resultó ser Ballack.

Aliviado por el ascenso de mi equipo, apagado por la escasez de hinchada en las tribunas, afrontaba esta Eurocopa con un cierto hastío, al que el sainete vacunístico patrio acabó de rematar. Pero volvimos a ponernos ante el fútbol, espejo de nuestras entretelas. Y éstas reflejaron la luna menguante de estos turcos sin esa franja blanca que siempre fue como su fez, la camiseta italiana menos estilosa en décadas, la bandera de Macedonia del Norte ondeando con su aire a Tora, Tora, Tora, y, por supuesto, el eco de pánico ante el desplome de Eriksen. Partiré del inaugural Fratelli d’Italia y llegaré a Wembley con altibajos, pero volveré a recordar dónde estaba cuando aquella Euro 2020 que se jugó en 2021, qué tres peques me acompañaban y, sobre todo, a qué ángel seguiré susurrándole que el fútbol, aunque lo pone cada vez más difícil, nos sigue dando aliento.