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El segundo álbum de un músico. La segunda novela. La segunda película. La segunda temporada de una serie. El síndrome de la segunda vez, cargado de infortunio, acecha también a los entrenadores de fútbol. Tras varias semanas con la incógnita de si Laporta cancelaba su segunda temporada (T2) o le renovaba la confianza, Ronald Koeman sabe ahora que tiene un mes y medio para barruntar un equipo que le dé mejor resultado que en su primera campaña.

Si analizamos ese primer año en su conjunto, como suelen pedir los directivos prudentes (y los productores de Hollywood), podemos pensar que no ha estado tan mal. Un título de Copa, varios partidos memorables, su estrella Messi como máximo goleador y el debut de algunos jóvenes prometedores nos dan esperanzas. Y más si tenemos en cuenta el desbarajuste que se encontró Koeman al llegar al club. Pero si nos fijamos en el arco narrativo de esa T1, entonces saltan a la vista algunos episodios y un season finale que no estuvieron a la altura, con personajes sobreactuados y otros que pedían más frases, actores mal dirigidos, imprevistos giros de guion y bromas pesadas, como las lesiones de Ansu Fati o Piqué.

De momento Koeman cuenta ya con nuevas incorporaciones al reparto: el Kun Agüero, una vieja estrella con ganas de reverdecer su éxito, y los jóvenes Eric Garcia y Emerson, que no se resignarán a un papel anecdótico. Pero en una temporada con poco presupuesto, los productores del club deben resolver incógnitas mayores: aligerar ese elenco de jugadores que son como extras, secundarios que entorpecen el rodaje, y descubrir por fin si puede contar con su máxima estrella. Ahora mismo, un Barça sin Messi sería como unos Soprano sin James Gandolfini, un Cuento de la criada sin Elizabeth Moss. Habría que inventar otra trama. Mientras Simeone en el Atlético de Madrid afrontará su impresionante T11, para Koeman ya es un privilegio que haya una T2 del Barça. Con todas las dudas abiertas, imposible todavía decidir si acabará siendo una serie de culto o un culebrón.