El tiovivo de 'Carletto'
Justo cuando el Madrid necesitaba sangre fresca, hacer una transición y sacudir el avispero, vuelve el entrenador de la Décima. Digamos que no es precisamente lo que uno calificaría como una vuelta de tuerca. Lo más celebrado ha sido el regreso del preparador físico Pintus y no se descarta su presentación en el palco de honor del Bernabéu y que le entreguen el 7 de Hazard.
Que nadie se confunda. Carletto es un buen entrenador de fútbol. Si otro técnico se hubiera inventado a Di María como interior o a Pirlo de director de orquesta, estaríamos hablando de un genio de la táctica. Pero tal vez Ancelotti no sea lo que necesite el Real Madrid en estos momentos. El equipo pide nuevas ideas, nuevas caras y nuevas piernas. Demoler viejas jerarquías y empezar a mirar hacia el futuro. En definitiva, comenzar una nueva etapa. No volver la hoja del calendario hasta Lisboa. Y Carletto es un poco eso: cambiar todo para que nada cambie.
Mi única crítica a Zidane reside principalmente ahí: en su inmovilismo. En su idea de que la lealtad pasa por morir con sus hombres de confianza. En esa manera de entender ciertos cambios como una traición a los suyos. En el hecho de que jugadores como Militao hayan necesitado de una pandemia y de una plaga bíblica de lesiones para poder sentirse importantes.
Existe un entendible recelo a los grandes cambios en el Madrid. Pero no hay que olvidar que de los últimos campeones de Europa, Zidane (Real Madrid), Flick (Bayern) y Tuchel (Chelsea) llegaron a mitad de temporada, rompiendo con lo anterior y cambiando importantes roles en sus plantillas. Terapia de choque. No puedes hacer una tortilla sin romper huevos.
Ancelotti es lo contrario a todo esto. Ya ha trabajado para todos los berlusconis, abramoviches, al-khelaïfis y de laurentiis del fútbol. No es su primer rodeo. Es un superviviente. Nada le va a sorprender. Ha tenido que comer cosas que harían vomitar a una cabra. ¿Que no sigue Sergio Ramos? ¿Que al final no viene Mbappé? ¿Que hay que apretarse el cinturón y recortar hasta en petos? Como mucho levantará una ceja y se le caerá el monóculo en la taza de té. Pero él a lo suyo.
Siempre se elogia de Ancelotti su mano izquierda para manejar el vestuario, así como su carácter tranquilo y su talante conciliador, y uno no puede dejar de preguntarse qué demonios harán ahí dentro a los entrenadores. Que en vez de un técnico, cualquiera diría que se necesita al Encantador de Perros para lidiar con fieras conflictivas, pero de buen corazón si se les da el cariño adecuado. A lo mejor habría que empezar por ahí.