Bernal abre una puerta a los rivales
Los líderes de grandes vueltas suelen tener un mal día. Lo importante es que no se note, o si se nota, que se traduzca en la menor pérdida posible. Egan Bernal, que había dominado el Giro de Italia con mano de hierro, tuvo este miércoles ese mal día en Sega di Ala, un puerto de 11,2 km al 9,8%. Se le notó, sí, pero los daños fueron mínimos en la general. Simon Yates mordió 53 segundos, pero aún está a 3:23. Joâo Almeida arañó algo más, 1:10, pero se encuentra más lejos aún, 8:45, aunque con una contrarreloj final en Milán que le favorece. Y Damiano Caruso, el segundo clasificado, pellizcó tres segunditos, pero continúa anclado en más de dos minutos, 2:21. Es más, si analizamos la clasificación, el colombiano sacó más beneficios que perjuicios, porque distanció a Hugh Carthy, Aleksandr Vlasov, Giulio Ciccone y Romain Bardet. Queda una etapa menos y el camino se aclara, aunque ese desfallecimiento sí deja algunas interrogantes. Si es sólo un mal día de verdad, no hay motivo de preocupación. ¿Pero si es algo más? No hay que olvidar esos problemas de espalda que le martirizan de tiempo en tiempo.
La crisis de Egan abre una puerta a los rivales que antes estaba herméticamente cerrada. Esa es la mala noticia para el líder. Faltan cuatro etapas. La de este jueves no debería suponer ninguna traba, aunque en esto del ciclismo la trampa puede esconderse a la vuelta de cualquier esquina. Luego restan dos jornadas en los Alpes, que reflejarán el verdadero estado de Bernal. Ahí no se disimula. Y dependiendo de lo que pase viernes y sábado, la crono final puede ser más decisiva de lo que se preveía. Almeida estará lamentando el hermoso tiempo que cedió en Sestola, al inicio de la carrera, y los dos minutos que sacrificó por escoltar a un Remco Evenepoel derrumbado. Mientras, Yates conoce la dolorosa experiencia de perder la maglia rosa en la última semana. En este caso, el contraataque es suyo. Hay Giro.