Ferrari y Mónaco, mítico reencuentro

La Fórmula 1 desembarca esta semana en uno de sus templos clásicos, Montecarlo, un añejo circuito cargado de leyenda, que mantiene la tradición de celebrar los primeros libres en jueves, como gesto de respeto a una vieja costumbre de dejar el viernes liberado para la procesión de La Ascensión. Los motores rugen ya en el Principado, con una agradable e insospechada sorpresa en cabeza de los entrenamientos: los dos pilotos de Ferrari, Charles Leclerc y Carlos Sainz, primero y segundo. La presencia del Cavallino Rampante en los puestos de vanguardia, por delante de Lewis Hamilton y Max Verstappen, los dos dominantes de la presente temporada, devuelve el orgullo a una marca tan mítica como este GP de Mónaco. La Scuderia ha inscrito su nombre a las orillas del Mediterráneo en nueve ocasiones: tres de Michael Schumacher; dos de Niki Lauda; una de Sebastian Vettel… todos ellos multicampeones del Mundial de Fórmula 1. Si había que elegir un escenario ideal para la resurrección de Ferrari, la carrera monegasca reúne los mejores ingredientes.

Ferrari lideró con solvencia. Leclerc dominó la jornada a pesar de que se perdió la sesión matinal y el tiempo por sectores de Sainz era incluso más rápido que el de su compañero. ¿Son cronos para soñar? Todavía es pronto para saberlo, porque falta otra tanda de libres, la clasificación, la carrera… Y la rotunda realidad de esta edición abre todavía una profunda brecha entre Mercedes y Red Bell con respecto a los demás. Hamilton, el líder, ha ganado aquí tres veces. Verstappen aún no se ha estrenado en Mónaco, lo que aumenta sus ganas de hacerlo. La lógica apunta a que los de Maranello no mantendrán esas posiciones, pero en el deporte y en la alta competición, la lógica está para romperla. Y este circuito es un buen sitio para esas gestas. “Todo puede pasar en Mónaco”, dice Leclerc. Pues eso.