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FRÉDÉRIC HERMEL

El fin de una sinrazón

El fin de una sinrazón
FRANCK FIFEAFP

Es uno de los refranes más famosos de mi país. Dice: “Sólo los imbéciles no cambian de opinión”. Pues Deschamps acaba de demostrar que no es ningún imbécil al llamar de nuevo, por fin, a Karim Benzema. No hay que ver en esta decisión algo relacionado con la justicia, los sentimientos o el clamor popular sino con el pragmatismo de un seleccionador que se ha dado cuenta de que su delantera ya no es tan fuerte como hace tres años, cuando Francia se proclamó campeona del mundo. Olivier Giroud no es más que un suplente en el Chelsea, Antoine Griezmann acaba de vivir dos temporadas muy complicadas en el Barça y Kylian Mbappé, aunque sea un genio, tiene a veces problemas de regularidad.

Así que Deschamps ha pensado en los intereses de los bleus (y en sus intereses propios como entrenador) y ha hecho lo que hace apenas unas horas parecía imposible. La selección francesa está perdiendo aliento y le cuesta cada vez más sorprender a los rivales, incluso a los menos potentes. Deschamps necesitaba aportar algo nuevo y no había mejor solución que llamar al mejor jugador francés actual. La lógica se ha impuesto y, como seguidor de los bleus y como admirador del Benzema futbolista, estoy muy contento. Pero más todavía por Karim, un buen tipo que seguramente ha cometido errores, pero que no se merecía estar apartado de la selección de su país.