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La nueva Champions

Esta semana, la UEFA aprobará el nuevo formato de la Champions League para el trienio 24-27. El sistema de competición nos parecerá extraño, casi marciano, y le encontraremos muchas pegas, como cierta ausencia de equidad. Habrá que recordar que el invento viene propiciado por la amenaza de la Superliga, y que no es nada más que una respuesta para intentar contentar a aquellos que consideran que el torneo se ha vuelto demasiado aburrido, repleto de partidos que no mueven a las masas. Me parece que no va a convencer a nadie: será poco para los súperclubes y será demasiado para aquellos que pretenden que todo se quede como está.

En realidad, los periodistas mejor informados sobre todo lo que se cuece en el Real Madrid ya vienen advirtiendo de que este inminente anuncio no va a detener en absoluto los planes para crear una Superliga ajena a la UEFA. Me declaro ya incapaz de convencerles de lo injusto que resulta su planteamiento: al fin y al cabo, venimos de mundos diferentes. Ellos sólo piensan en ganar y ganar más (en todos los sentidos) y yo sufro porque si mi equipo desciende el año que viene no podré verlo por la televisión. Es difícil que aquellos que tienen su posición garantizada en las altas esferas puedan entender a los que nos preocupamos, simplemente, por existir.

Neymar celebra la clasificación del PSG a semifinales.
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Neymar celebra la clasificación del PSG a semifinales.CHRISTIAN HARTMANNREUTERS

Decían esta semana, para tratar de ganarnos la batalla dialéctica, que los dos excelentes encuentros entre el Bayern y el PSG demuestran que el público suspira por ver ese espectáculo cada siete días y que la Superliga sería un éxito indiscutible. Olvidan que gran parte de la emoción que tuvieron esos choques venía generada por el formato: se trataba de una eliminatoria en la que, el que perdía, se iba a su casa. Ese morbo, ese aliciente de ver al campeón al borde del precipicio y a Neymar y a Mbappé también cerca de caer, nos mantuvo pegados a la pantalla hasta el final. El mismo choque en la jornada 12 de una liga de 30 partidos nos habría entretenido, pero jamás hubiera generado la pasión que tuvo el cruce estelar de los cuartos de la presente Champions.