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Márquez y las cuentas de la lechera

Marc Márquez recibió el pasado jueves el permiso de los médicos del Mundial para volver a la competición en Portimao. Era lo esperado. Sobre todo, si recordamos que ya obtuvo esa misma autorización para subirse a su Honda en Jerez sólo cuatro días después de su primera operación. Aquello fue “un error” reconocido por el propio Márquez, que alargó su baja a tres intervenciones quirúrgicas y a nueve meses de recuperación. El ilerdense ha aprendido de esa dura experiencia: “Carreras hay muchas, pero cuerpo sólo hay uno”. Conviene recordarla para no rebosar la euforia. Marc es un campeonísimo, ocho veces del mundo y seis de ellas en MotoGP, y quizá por eso ha logrado salir sexto en su regreso a un gran premio. Hay expectación en saber si será capaz de mantener ese nivel, o incluso de mejorarlo, durante las 25 vueltas de la carrera. Podría ser, porque derrama clase. Pero lo normal es que no, hay que ser realistas. Su físico no está todavía a la altura del gran Márquez, su brazo le duele tras las sesiones del viernes y el sábado. Y él mismo pide cautela: “No sé si podré aguantar”.

El ejercicio de sacar la calculadora para hacer números sobre una posible remontada es lícito. A Márquez le separan 40 puntos de Johann Zarco y en 2017 ya neutralizó 37 en sólo siete carreras. Ese curso sumó tres ceros. Y en 2018, cuatro. Los antecedentes invitan al optimismo, por supuesto, pero si el cuerpo no acompaña, se quedarán en las cuentas de la lechera. Márquez tiene que recuperar las sensaciones y volver a domar a su Honda, que no es fácil. “No seré el mismo Marc desde el principio, esta es mi pretemporada”, recordó el catalán en la rueda de prensa previa. Todavía le resta mucho recorrido por delante, pero lo importante es que ya rueda en un circuito. En el fondo, todos esperamos el retorno del superhéroe. Y estamos listos para cualquier cosa. Aunque ya vimos hace nueve meses que los milagros no existen.