El coronavirus se instala en Zorrilla

Decía Sergio González hace unos días que lo único que le faltaba al Real Valladolid era encajar en el último minuto un gol del portero rival. Después de haber perdido puntos en el tramo final de los encuentros, de haber tenido un montón de lesionados, de haber sufrido en los últimos puestos de la tabla, con dos rachas de ocho partidos sin ganar, parecía que el gol del portero del Sevilla haría que se tocara fondo en el capítulo de contratiempos y mala suerte en la presente temporada. Pero no ha sido así. En la semana de tranquilidad por el parón de las fechas dedicadas a los combinados nacionales, un enemigo muy peligroso se ha instalado en Zorrilla: el Coronavirus.

No ha sido el conjunto blanquivioleta el único que lo ha sufrido, ni siquiera el más castigado. Ahí están los casos de Granada, Atlético de Madrid, Athletic, Cádiz, Mirandés… pero sí ha recibido su considerable dosis de afectados, siendo especialmente dura la situación que ahora mismo se está viviendo con hasta cuatro futbolistas que son positivos a la vez.

Estamos ante las diez jornadas definitivas, en las que cada cosa que pase va a ser importante. Lo fundamental, rendir bien en el terreno de juego, competir como el Valladolid lo ha hecho en los últimos partidos, tener suerte con las lesiones y en líneas generales y quedar a salvo del COVID. En un momento como este, hay que extremar al máximo las medidas para evitar perder jugadores. El riesgo siempre está ahí, pero los futbolistas deben ser ahora más conscientes que nunca del peligro que existe evitando lo más posible salir de la famosa burbuja que, como se ha demostrado, se puede pinchar.

En las últimas ocho jornadas no se podrán aplazar partidos y un equipo que presente un brote de casos horas antes de jugarse un encuentro lo puede llegar a perder sin jugarlo. Es el nuevo fútbol en el que estamos. Se trata de sobrevivir dentro de una enorme anormalidad. El gran problema es que por muchas precauciones que se adopten nadie está libre del riesgo de contraer la enfermedad. Los jugadores tienen su vida, tienen familias con las que conviven y el riesgo siempre va a estar presente.

Veamos por el lado bueno la situación, si es que lo tiene. Todo esto ha estallado en una semana sin partido y con la visita al Camp Nou para el día 5. No es cuestión de renunciar a luchar en Barcelona por todo pero hay que reconocer que hubiera sido mucho peor que el brote hubiera aparecido a cuatro días de recibir al Granada o de viajar a Elche. Confiemos en la rápida recuperación de los afectados y en que no aparezcan ya más casos. Vamos a ver si toda la atención puede centrarse en lo que pase en el terreno de juego y que la lucha encarnizada por no bajar sea solo futbolística. Que baje quien tenga que hacerlo pero que la enfermedad respete al campeonato. Por la salud de los deportistas y por el desarrollo normal de la competición es lo que todos queremos.