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La vida sigue igual, pero no tanto

La víspera del Mundial de Fórmula 1 presentaba indicios de cambio. Algunos apoyados en resultados objetivos y otros empujados por la ilusión. Las interrogantes se abrían en los días precedentes: ¿Podrá Max Verstappen ser por fin una oposición real a Lewis Hamilton? ¿Carlos Sainz y Fernando Alonso pelearán por los podios? ¿Cuál será el tercer coche de la parrilla: McLaren, Ferrari, Aston Martin, Alpha Tauri…? El primer gran premio del campeonato deparó algunas respuestas, en ningún caso definitivas, aunque si alguien analiza la clasificación sin haber presenciado la carrera, se quedará con la sensación de que todo sigue igual, que la revolución tendrá que esperar, ya veremos cuánto. Hamilton batió a Verstappen, con Bottas tercero. Sainz salió octavo y terminó octavo. Y Alonso se retiró por una avería en su Alpine, igual que en sus últimas temporadas en la F1, como si el tiempo no hubiera pasado en estos dos últimos años de ausencia. Visto así, en frío, hay poco motivo para la esperanza. Pero la carrera sí ofreció algunos brotes verdes que tendrán que crecer, o no, en próximas citas.

Hamilton ganó, pero no se paseó. Verstappen, que había partido desde la pole, le apretó hasta el final, e incluso le adelantó en las últimas vueltas, aunque los jueces le instaron a ceder la cabeza por una presunta infracción. Polémicas al margen, la igualdad imperante en Sakhir ya es un cambio radical entre Mercedes y Red Bull respecto a los últimos Mundiales. ¿Y los españoles? Alonso tuvo un inicio ilusionante, entró el primero a boxes para buscar la sorpresa estratégica, pero poco a poco se apagó, en paralelo a su Renault. Mientras, Sainz y su Ferrari dieron la impresión de que tienen algo más que una octava plaza. Su compañero Charles Leclerc acabó sexto. Para empezar, McLaren es el tercer coche. La pelea del Cavallino está con Norris y Ricciardo, sin perder de vista un podio que, de momento, es de los de siempre.