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Oblak remedió la trastada de Savic

La imagen de la jornada es la parada de Oblak al penalti que le lanzó Joselu. Dicen que llevaba tres años sin detener ninguno: bueno, pues se reservó para uno muy importante. Con dos puntos menos, el Atlético estaría sintiendo en el cogote el aliento de sus perseguidores. Fue, hay que decirlo ya, un matonismo gratuito de Savic, que ya sacaba el balón con ventaja cuando le pegó un codazo a Rioja. Un mal instinto, algo por desgracia no infrecuente en este jugador, que ‘valentonea’ con frecuencia para marcar territorio. Quizá Rioja exageró el efecto, quizá sin ello no hubiera intervenido el VAR, pero ocurrió y el Atleti se jugó la victoria.

Por suerte para el Atleti, Oblak respondió como un grande con esa parada enorme en un instante decisivo, de esos que miden el temple de los jugadores. Unido al gol de Luis Suárez (qué acierto, qué inmenso acierto fue contratarlo) se tradujo en los 3 puntos que permiten al Atlético mantener la distancia. No anda bien el Atlético, nada que ver con el del primer tercio de temporada, pero el portero y el delantero centro cumplieron. Los equipos empiezan por el portero y terminan por el delantero centro. Con esos puestos bien cubiertos se puede llegar lejos, porque a ellos corresponde resolver los trances más dramáticos.

Los apuros del Atleti para sacar el partido contrastaron con la holgura con que lo consiguió el Barça inmediatamente después en desafío más difícil. Al revés que el Atleti, el Barça está en aceleración continua. Koeman ha tocado la tecla de la convicción. Todos se sienten cómodos en un modelo creíble, Messi está con todas las luces encendidas, Dembélé ha despertado por fin, la defensa empieza a conceder menos. A quince días de la final aplazada contra el Athletic, la Real sufrió en su carne blanquiazul la excelencia del juego culé, que se tradujo en una goleada. El Atleti sigue arriba, pero el Barça aún cree, y con más motivos que el Madrid.