¿Quién dijo cambio de ciclo?
La severa derrota del Real Madrid en la final de la Copa del Rey ante el Barcelona hizo circular tres palabras en los corrillos del baloncesto: ‘cambio de ciclo’. La sentencia era todavía precipitada, y mucho más si el orgulloso y competitivo equipo de Pablo Laso está metido en la ecuación, pero había motivos para al menos pensarlo, más allá del contundente resultado. El primero se deduce fácil con un vistazo a los nombres que comparecen en la cancha: Mirotic, Calathes, Higgins, Abrines, Davies, Hanga, Kuric, Oriola, Claver, Smits… siempre bajo la batuta de Jasikevicius. Y eso sin añadir todavía a Pau Gasol en la relación, porque su fichaje, de momento, tiene más de romántico que de efectivo, y su rendimiento aún es una incógnita. La segunda razón está más relacionada con los precedentes de la temporada. Es cierto que el Madrid golpeó primero en la Supercopa, pero los tres Clásicos siguientes, cuatro con el de este jueves, se colorearon de azulgrana. Mientras que los blancos sufrían con las lesiones, con la veteranía de su plantilla y con la marcha de Campazzo, el Barça crecía y crecía.
El quinto Clásico del curso se disputó con ese paisaje de fondo, esta vez en la Euroliga, donde las necesidades acucian bastante más al Madrid. La salida catalana hizo ponerse en lo peor al aficionado blanco, pero los de Laso reaccionaron rápido para ajustar un choque que estuvo igualado hasta el final. Esto es baloncesto, deporte, y hay que jugar. No se ganan los partidos antes de saltar a la cancha. Los de Jasikevicius volvieron a imponer su ley, otra vez, y elevan el balance a 4-1 frente al eterno enemigo. De paso, el Barça entra ya en cuartos, mientras que el Madrid continúa metido en un lío, entre otras cosas por no haber ganado ningún duelo ante rivales españoles (0-6). Necesita dos victorias en cinco encuentros. Pese a ello, el cambio de ciclo tendrá que esperar. Aún hay partido.