La ilustre herencia del 1.500
El 1.500 ha sido tradicionalmente la prueba de atletismo preferida por los aficionados españoles, lanzada por aquella fructífera cosecha de José Manuel Abascal y José Luis González en los años 80, y coronada en lo más alto por el oro olímpico de Fermín Cacho en los Juegos de Barcelona 1992. Desde entonces se han subido muchos nombres a los podios internacionales, al aire libre o bajo techo, y a veces a pares: Higuero, Estévez, Casado, Díaz, Carreira, Viciosa, Cañellas, Redolat, Ruiz, Olmedo, Gallardo, Bustos… La tendencia había sufrido un frenazo en la última época, hasta que Jesús Gómez se colgó el bronce en los Europeos indoor de Glasgow 2019. El milqui había vuelto a nuestras vidas. ¿O era una estrella fugaz? Dos años después, el propio Gómez ha confirmado con un nuevo bronce que aquel podio no fue una flor solitaria. Durante un par de horas llegó incluso a ser plata, por una descalificación de Jakob Ingebrigtsen que también subía al podio a Ignacio Fontes. Dos medallas de una tacada. Como en los viejos tiempos. Pero el noruego fue recalificado y evitó el doblete.
Los Europeos bajo techo han sido una buena tierra de cultivo para el atletismo español y, en consecuencia, para el laureado 1.500, que suma un total de 20 medallas en esta competición, que ascienden a 23 si agregamos las femeninas. Porque las mujeres también se subieron a este carro: Natalia Rodríguez, Nuria Fernández, Isabel Macías… Y este sábado pueden continuar la racha, con tres atletas en la final y con una Esther Guerrero especialmente inspirada. Hay una corriente del deporte que rebaja la relevancia del atletismo indoor, pero es una verdad solo a medias.El propio Ingebrigtsen es una estrella mundial y su rival Marcin Lewandowski no le va lejos. Pero es cierto que las buenas faenas en pista cubierta hay que refrendarlas luego al aire libre. Confiemos en ello. Aunque, antes, disfrutemos de Torun.