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La San Silvestre es Vallecana

Vallecas es una ciudad dentro de la gran ciudad de Madrid. De vez en cuando me gusta recordarlo con datos. La población de sus dos distritos, Puente de Vallecas y Villa de Vallecas, suma 347.000 habitantes. Si se integrara en un imaginario escalafón de los municipios españoles ocuparía el décimo puesto, con datos parecidos a Bilbao, Alicante y Córdoba, aunque situada por delante. Esta ciudad, metida en una gran ciudad, respira orgullo de barrio, que se capta rápido aunque no te hayas criado aquí y sólo seas vallecano de adopción, como es mi caso. Entre las cosas que más orgullo producen a su gente destacan dos banderas del deporte: el Rayo y la San Silvestre. Un equipo y una carrera que se abrazan cada 31 de diciembre para cerrar el año con una fiesta del atletismo.

La fiesta será bastante más comedida en este atípico 2020, sin su espíritu principal, los más de 40.000 atletas populares, y sin los baños de espumillón de otras veces. Son tiempos de pandemia, de cautela y recato. La seguridad manda. La San Silvestre ha salvado, al menos, su carrera élite, con 150 mujeres y 250 hombres, después de algunos quebraderos de cabeza y de una injusta polémica, felizmente enmendada. Cuando el Ayuntamiento anunció el pasado 26 de noviembre que la carrera se disputaría en un circuito cerrado, en una burbuja, fuera de Vallecas, la gente del lugar se sintió herida y despreciada, como si San Fermín se sacara de Pamplona o las Fallas, de Valencia. Las medidas sanitarias aconsejaban alejarse este año de las calles estrechas del Puente de Vallecas que secundan a la Avenida de la Albufera. Las quejas vecinales tuvieron eco y finalmente se encontró una solución satisfactoria en la zona del Ensanche. El circuito, además, rodeará la Ciudad Deportiva del Rayo, una ubicación muy simbólica, que consigue que el equipo y la carrera del barrio sigan abrazados para despedir hoy el año.