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La cruz del balón parado en el Real Valladolid

Valladolid

Más allá de lo que digan las estadísticas, que para eso están los encargados de sumar y distribuir los datos que se van generando, la sensación general es que el Real Valladolid tiene una verdadera cruz en las jugadas a balón parado. En defensa le rematan todo y últimamente le está costando puntos fundamentales. En ataque, especialmente doloroso es ver la inoperancia y lo absurdo de cómo ejecuta los saques de esquina. Lo de sacar el córner en corto para que el que recibe se acomode mientras se le viene encima el defensa y la cosa siempre acabe con un pelotazo al cuerpo del rival, empieza a ser ya desesperante. Tanto como los remates habituales del los rivales cuando se cuelga un balón parado sobre el área de Masip, excepto en Vigo que estuvo Roberto. Es, sencillamente, para hacérselo mirar. O lo entrenan mal, o no lo entrenan, o lo entrenan muy poco o los jugadores del Valladolid son incapaces de interpretarlo. O a nadie se le ocurra cambiar el libreto para tratar de hacerlo mejor. Me ciño a lo que veo partido tras partido. Lo que está claro es que algo pasa. No necesito más estadísticas ni más historias.

Y así llevamos desde que llegó Sergio sin que nada cambie. Supongo que de aquí al final de la temporada poco va a cambiar en ese sentido pero urge poner remedio a situaciones como las vividas en el área pucelana con Casemiro y Murillo campando a sus anchas. Por cierto, lo de Bruno siempre terminando la jugada medio caído y despistado es de emergencia nacional. Que alguien le ayude o que el entrenador le siente urgentemente en el banquillo. No se puede defender peor en ese tipo de acción. Alguien debió de evitar que Murillo o Casemiro llegaran junto a él, o los propios compañeros o el entrenador con sus instrucciones previas. Repetir el error es de juzgado de guardia por parte de todos.

Así que enredados en estas discusiones llegaremos a las últimas trece jornadas de la competición con, al menos, seis equipos metidos en una lucha sin cuartel por permanecer. Los puntos valen ya su peso en oro y ha llegado el momento de dejar de regalar. Se atisbó una mejoría en Vigo pero el punto es insuficiente ante tanta oportunidad desperdiciada con anterioridad. Getafe y Osasuna serán citas obligadas para puntuar. Si no se gana uno de esos dos partidos el agua llegará de nuevo al cuello del equipo. Al del entrenador no porque tiene un flotador que se llama Ronaldo, pero el Valladolid, en la Liga, no tiene flotador y si queda entre los tres últimos, bajará... aunque su técnico salve la cabeza. Y a mí, ahora, lo que menos me importa es la cabeza de Sergio. Lo que me importa y me preocupa es el futuro del Valladolid y que se salve, muy por encima de quien sea el técnico que se siente en la jornada 38 en el banquillo de Zorrilla.