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La excelencia de Ferrari

Ferrari se presentó ayer sin el glamur de otras ocasiones, la pandemia obliga al recato, pero lo que estos tiempos sombríos no pueden esconder es el halo de leyenda que arrastra siempre el Cavallino Rampante, una escudería mítica, a la altura de los equipos deportivos más legendarios, por historia y por palmarés. También por imagen. Ferrari es como el Real Madrid o la selección de Brasil en el fútbol, como los All Blacks en el rugby, como los Lakers o los Celtics en la NBA… La Scuderia suma 1.008 carreras en la Fórmula 1, con 16 títulos de constructores, 15 mundiales de pilotos, 238 victorias en grandes premios, 773 podios, 228 poles, 254 vueltas rápidas… Y laureados nombres como los de Fangio, Surtees, Lauda, Schumacher… Los números son importantes. Los antecesores, también. Pero hay otra cosa, por encima del historial, que marca la diferencia en Maranello. Mattia Binotto, su director general, lo llama "la excelencia". Y eso es algo que no se mide con números, o al menos no únicamente con ellos. La marca obliga. También la bandera del país. Ferrari es Italia.

La frase completa de Binotto fue así: “Debemos honrar la bandera de Ferrari, porque el Cavallino Rampante es el símbolo de la excelencia italiana en el mundo”. Por eso el objetivo ineludible es no repetir la imagen del año pasado, ese sexto puesto por constructores, lejos de Mercedes y Red Bull, con sólo tres podios durante el campeonato y con Charles Leclerc como mejor piloto en la octava plaza. Será difícil volver a lo más alto en sólo un año, pero hay que iniciar la remontada. La historia obliga. Y para ello ha fichado a un español, Carlos Sainz, que hará pareja con el prometedor Leclerc. Uno tiene 26 años. El otro, 23. Un equipo joven como apuesta de futuro para recuperar el pasado. Dice Sainz que quiere "ser campeón del mundo en cinco años". Y Ferrari es el mejor sitio para conseguirlo.