El deporte vuelve al estado de alarma
El teletipo escupe noticias cada vez más peligrosamente parecidas a las del fatídico marzo de 2020. En el deporte de competición se traduce en aplazamientos, cancelaciones, positivos, cuarentenas, burbujas… Los trompicones de las ligas eran un mal con una incidencia asumida, pero la tercera ola está alcanzando de nuevo a los grandes eventos internacionales. Ha impactado en la NBA, en equipos que juegan cuatro partidos semanales viajando por un país que contabiliza últimamente 4.000 muertos al día, con una catarata de contagios que obliga a postergar encuentros o a jugarlos con escasos efectivos. Ha golpeado el calendario de la Fórmula 1, que ya no arrancará en Melbourne, sino en Baréin, y que también ha movido a una fecha incierta a Shanghái. Ha lanzado una advertencia a su primo hermano de MotoGP, que ha suspendido los test de febrero en Sepang. Y ha dejado como un erial el inicio de la temporada ciclista, con las sucesivas cancelaciones del Down Under, la Cadel Evans, la Herald Sun, la Challenge de Mallorca, el Tour de San Juan, el Tour de Colombia…
El Mundial de balonmano, que comienza este mismo miércoles en Egipto, tampoco se ha librado del cruel efecto del virus en su víspera, en la que ha tenido que sustituir a la República Checa, con una docena de positivos, por el primer país reserva, Macedonia, mientras otras selecciones como Estados Unidos y Cabo Verde se mantienen en vilo. El futuro inmediato también otea nubarrones, como el Torneo 6 Naciones de rugby, cuestionado por la cepa británica. Y al fondo, en el verano, asoma la pieza mayor, los Juegos Olímpicos de Tokio, que de momento persisten de pie, aunque una reciente encuesta entre la población japonesa ha detectado una oposición del 80 por ciento. Hay una sensación general de déjà vu o de lección no aprendida en el deporte, fiel reflejo de la sociedad. Un retorno al estado de alarma.