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El feo caso de Heurtel

El caso de Thomas Heurtel ha impactado al aficionado, tanto por las dudosas formas empleadas por su club, el FC Barcelona, como por la doble fecha con la que han coincidido los hechos: las vísperas de las Fiestas Navideñas, periodo siempre de paz, amor y buenos deseos, y el tiempo de pandemia, que aconseja ciertas cautelas aquí olvidadas. Heurtel viajó con su equipo a Estambul, donde el Barça jugaba con el Efes, no para participar en el partido de la Euroliga, sino supuestamente para resolver su futuro con el Fenerbahçe. El francés ha contado poco para Sarunas Jasikevicius desde su llegada al banquillo, por lo que el base buscaba una salida pactada. Ni se había sentado en el último choque de Liga frente al Joventut, porque su marcha a Turquía parecía inminente. A cambio, el Barça ya tenía atado a su relevo: Leo Westermann.

Pero mira tú que lo que aparentaba un final feliz para todos, era en realidad otra cosa. Ni Heurtel ni su representante tenían la intención de acabar bajo la disciplina de Igor Kokoskov. Su destino era mucho más cercano: el Real Madrid, el eterno rival, que le tendió la mano para sustituir a Facundo Campazzo. El engaño ha ofendido al Barça, y con razón. Heurtel no ha sido ningún angelito en esta historia, aunque el desenlace lo haya convertido en víctima. Dicho esto, el Barcelona, que es más que un club, sí se ha equivocado con las maneras utilizadas. Al jugador se le impidió volver con el grupo y se le dejó en Estambul una noche más para que embarcara al día siguiente en un vuelo regular. Es verdad que Heurtel no queda desatendido, como afirma el comunicado azulgrana, pero sí fuera de la burbuja y de las medidas de protección por el coronavirus. Ya no se trata sólo de una falta de elegancia, que también lo es, sino de una imprudencia sanitaria. El caso se ha puesto muy feo. Y viendo el camino que lleva, seguramente se resolverá en los tribunales. Una pena… por estas fechas.