El partido de coleccionista de Aspas y el 'déjà vu' del Sevilla

La perfección y el número nueve

La semana de las divinidades acabó con la exhibición de Iago Aspas. No necesitó marcar, ni realizar ningún remate tan siquiera, pero su partido ante el Granada fue la máxima expresión de la belleza y la coronación del talento individual al servicio del colectivo. La complicidad con el estilo de Coudet dispara la contribución de Aspas. El juego vertical y ágil, con el apoyo de Brais y Denis por detrás, de Mina por delante y Nolito a los lados, todos escalonados, bendice sus movimientos. La impresión contra el Granada fue magnífica. Aspas maravilló entre líneas, a la espalda de Yangel Herrera y Milla, para dejar una actuación de coleccionista. De sus botas nacieron nueve ocasiones de gol, una cifra realmente extraordinaria. El empate de Nolito, en el que tanta culpa también tuvo el de Moaña, llegó tras una secuencia de nueve pases. Aspas es retórica y resultado, futbolista e hincha a tiempo completo, la evidencia de que ser diferente es una virtud.

Los estrategas

No había duelo más atractivo esta jornada que el que enfrentaba a Real Sociedad y Villarreal. Ambos jugaron con honestidad, leales a su idea. Al buen arranque amarillo respondió el líder con entereza y fútbol. Hubo algo de partida de ajedrez entre Imanol y Emery que se resumió en cómo presionó el Villarreal y en cómo la Real ajustó su salida. Emery dispuso un 1-4-4-2 en rombo ajustado (27,9 metros), con distintas marcas individuales, para obligar al conjunto local a intentar escapar por fuera. La operativa tenía su riesgo al tener que vigilar Pau Torres a Roberto López y al poder recibir Mikel Merino u Oyarzabal —también Willian José— por detrás de los medios. En términos de utilidad, no le salió mal la jugada a Emery al sumar 21 recuperaciones e interceptaciones en campo rival pese al arreglo eficaz que propuso Imanol con Guevara entre centrales en algunas jugadas. Se vio a dos grandes equipos y dos entrenadores de jerarquía.

Emery, en la banda de Anoeta. /Amaia Zabalo

La ventaja inútil

Los aspavientos y gestos contrariados de Álvaro Cervera en la banda denotaban su fastidio. El Cádiz sólo pudo empatar ante un Elche con diez jugadores. No le sirvió de nada la posesión —76,8% en el segundo tiempo— ante su incapacidad de girar el juego para poner en jaque las basculaciones de los de Almirón. Cervera quería juntar en un lado para después mover rápido al perfil liberado, pero la circulación del Cádiz fue excesivamente sosa. Solo el 25% de sus pases fueron hacia delante, se encadenó a una secuencia de centros con poco sentido (28) y apenas pisó zona de finalización (10 acciones buenas en el área contraria).

El golpe final

La casualidad repetida no es casualidad. No hay nada de azaroso en las victorias del Sevilla en los instantes finales. El 80% de sus encuentros en LaLiga los ha ganado en los últimos diez minutos (Cádiz, Levante, Celta y Huesca) y también ha marcado el 50% de sus goles del 76' al 90'. En El Alcoraz, cuando la presión del Huesca decayó y se agrietaron sus líneas, personificado este declive en Mikel Rico, el Sevilla encontró la ruta abierta en una transición estupenda. La profundidad de la plantilla y la gestión de los cambios de Lopetegui son demasiado para sus rivales.