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Luis Enrique encontró lo que buscaba

La España de Luis Enrique soltó su mejor partido en el mejor día, barriendo del campo a Alemania, que llevaba más de un año sin perder un partido. El plan era el de siempre: un 4-3-3 con salida cuidadosa del balón, sólo que esta vez añadió a esos principios una energía en los duelos y una codicia ofensiva que no tuvo en ocasiones anteriores. Todo junto produjo el mejor partido de España desde sus tiempos más gloriosos, y hasta cabe decir que probablemente produjo más entusiasmo entre tantos aficionados a los que el fútbol tan preciso y científico de aquel equipo supercampeón se les hacía empalagoso además de falto de gol y de vibración.

El resultado queda para la historia, y hoy rebotará por toda Europa: jamás había perdido Alemania un partido por seis goles de diferencia. El logro se debe al buen trabajo de todos. Rodri mandó en el eje del campo, Koke y Fabián fueron interiores de movilidad, visión y toque, Morata bajó a enlazar y estuvo al remate, Ferran arrasó en su banda, Olmo acompañó en la otra y los laterales, Sergi Roberto y sobre todo Gayà, estuvieron enormes. Para los centrales y para el meta, Unai Simón, fue un partido tranquilo. Los únicos contratiempos fueron las lesiones de Canales y de Sergio Ramos, que les obligaron a retirarse. Nada grave en ningún caso.

Frente a esa España entusiasta, rápida y precisa, Alemania se fue hundiendo progresivamente. En su descargo se puede decir que les faltaba Kimmich. Pero jugaron con la suficiencia de tantos partidos en los que son superiores, y ayer no lo fueron. España ganó cada duelo, y a partir de ahí lanzó sus ataques y prodigó llegadas. Cómo sería la cosa que ya con 5-0 Alemania metió un central más, para taparse un poco las vergüenzas. En resumen, día feliz no sólo por el pase a la final a cuatro (que se jugará en octubre) sino porque Luis Enrique nos ha demostrado a los escépticos que su ruta conducía a algún sitio: a jugar como jugaron anoche.