La hora de la verdad para Luis Enrique
Una cosa positiva trae de antemano el partido de esta noche: por fin mucha gente se va a enterar qué es eso de la Liga de Naciones. Esta competición, tan nueva que sólo lleva una edición, trata de proclamar campeón europeo de selecciones los años impares, en los que no hay Eurocopa ni Mundial. Para mí ofrece dos novedades interesantes: ocupa ventanas FIFA antes gastadas para amistosos y estratifica el fútbol europeo en categorías, eliminando esos partidos tan desiguales de las fases previas de Eurocopa o Mundial. Este modelo da un aliciente a todas las selecciones que no pelean por el título: subir de grupo o al menos no bajar.
Carece, claro, de la tradición y el empaque que tiene la Eurocopa, cuatrienal, que empieza con unas fases de clasificación largas y bastante pelmazas, pero que se redime con su fase final, un mes en el que absorbe la atención general. Este nuevo modelo no es lo mismo, es más ligero, pero el que lo gana (Portugal en la primera edición) es porque ha quedado lealmente por encima de todos los demás según un sistema ordenado. Y además, con su escala de ascensos y descensos en las fases de grupo dota de gran interés a muchísimos partidos. Ahora, ya saben: recibimos a Alemania y ganando iremos a la final a cuatro.
Un partido contra Alemania no es cualquier cosa, nunca lo ha sido. Este llega además en un momento en el que empieza a cundir cierta impaciencia. Luis Enrique sigue de pruebas, sobre todo en las funciones más emparentadas con el gol: la portería y el ataque. Ya no es tan nuevo este seleccionador, llegó hace dos años y cuando faltó le sucedió su segundo. Es difícil refugiarse en la ‘provisionalidad’ tanto tiempo. De momento, hay un equipo presionante, que quiere ser protagonista, pero flojea en las áreas, tiene apagones y nuevos nombres entran y salen de forma continua. Esta noche es buena para dar un zapatazo y espantar dudas.