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Sommer comió la moral a Ramos

El empate en Basilea, unido a la victoria de Alemania sobre Ucrania, obliga a España a ganar a los alemanes el martes en La Cartuja. Sólo así será La Roja campeona de grupo y se meterá en la fase final de esta Liga de Naciones en la que poco a poco vamos entrando. Una pena de empate cuya causa más visible fue un suceso extraordinario: dos penaltis fallados, y ambos por Sergio Ramos, que llevaba 25 consecutivos sin fallo. Sommer, el meta suizo, aguantó, le comió los amagues las dos veces y alcanzó los dos disparos, flojos. En la segunda dio la impresión de haberle comido la moral. Sergio Ramos tardará en olvidar esta noche.

Con uno solo de esos penaltis, más el gol en última instancia de Gerard, a España le bastaría el empate ante Alemania para ser campeona de grupo y no es lo mismo, pero qué le vamos a hacer. También es cierto que hubo alguna causa más para que no ganáramos este partido. El equipo tiene un juego alegre pero no termina de convencer. Es algo tierno en las disputas, comete desajustes defensivos (el del gol de Suiza fue descomunal) y a la delantera que compareció en el primer tiempo (Ferran-Olmo-Oyarzabal) le falta colmillo. Chicos de fútbol inteligente y refinado, pero sin ese instinto asesino de los verdaderos atacantes.

Luis Enrique, que sorprendió a todos dando la titularidad a Unai Simón (buen partido con el lunar de una salida a por uvas que acabó en gol salvado por Sergio Ramos en la raya) cambió la delantera durante la segunda mitad, y para bien. Adama, que empezó por la izquierda y acabó por la derecha, Morata y Gerard demostraron mucho más filo e intención. Con ellos fue llegando progresivamente lo mejor de España, hasta asustar y encerrar a Suiza y conseguir, al menos, ese empate, que sólo sirve para salvar la cara. Ahora nos queda la apuesta a todo o nada el martes ante Alemania. Ganar o ganar. Apetece. Nos hará sentir más esta competición.