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Las razones de De Jong y las otras

Se quejó ayer Frank de Jong de este amistoso Holanda-España. Con boca más o menos pequeña todos los jugadores se quejan de este exceso de actividad, sobrevenido tras unas vacaciones anómalamente cortas. Estas ventanas FIFA venían ofreciendo dos partidos pero ahora son tres porque las federaciones necesitan recaudar lo que no recaudaron el curso pasado, en el que se salvó como se pudo el fútbol de clubes, pero no el de selecciones. No hubo Eurocopa ni tampoco ciertos amistosos, algunos incluso ya cobrados a la tele, como es el caso de este. Hay que jugarlos y a los futbolistas les pesa porque el calendario se les aprieta más.

Pero ya saben la dictadura del ‘show must go on’. Menudean las lesiones y pasará más, pero es lo que hay. Llegará día en que un concierto de médicos prestigiosos se organice para solicitar un cierto control a esto, pero aún no estamos ahí. De momento toca agradecer a los futbolistas la disciplina con que se entregan (casi todos) a este trajín, poniéndonos en la tele un espectáculo que nos permite olvidar a ratos la dichosa pandemia y sus consecuencias. Para eso sirve este Holanda-España, diez años después de lo de Sudáfrica, para nuestro fútbol “la más alta y memorable ocasión que vieron los siglos ni esperan ver los venideros”.

A Luis Enrique se le vio suelto, como suele, pero una vez más remite a la Eurocopa como examen de su proyecto. Hay algo en lo que hace que suena a exceso de vaivenes. Sea por lesiones o bajas de forma, el borrador del equipo se vislumbra pero sólo eso. Estos partidos de tres en tres, un amistoso y dos de una Liga de Naciones que aún no cuaja, son además perfecta coartada para que jueguen todos, vuelvan felices a casa y así vamos alargando el periodo experimental. Menos cómodo está su antagonista De Boer, excompañero del Barça, que suma una derrota y dos empates desde que sustituyó a Koeman. Este partido pesa sobre sus hombros.