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Bartomeu se fue, el Barça sigue

“Un bel morir tutta la vita onora”, dejó escrito Petrarca. Eso esperaba yo de Bartomeu, que al menos diera una salida digna a su mandato. Pero no lo hizo. Tuvo la ocasión cuando en un tiempo récord aparecieron más de 20.000 firmas contra él, lo que hacía patente un repudio muy extendido. Pero regateó para seguir, se parapetó en el tiempo y en la Guardia Civil y se despidió el día siguiente de decir que pensaba continuar, en una comparecencia mala, despechado, con resabios y sin humildad, y dejando sobre la mesa ese recado inquietante de la Superliga europea, en la que dijo haber enrolado al Barça justo la víspera de marcharse.

Y me apena que salga así, porque he tendido a comprender sus dificultades. Llegó con un equipo excelso llamado a iniciar la cuesta abajo por razones biológicas. La sustitución de Puyol, Xavi e Iniesta era imposible y con ellos se fue no sólo el funcionamiento sino también un modo de comportamiento del vestuario muy distinto del que luego se generó, interesado y caprichoso, que se le subió a la chepa. Tampoco le ha sido fácil convivir en su mandato con el ‘procés’, ante el que sectores influyentes de la prensa y la sociedad le han acusado de tibio. Entre unas cosas y otras, ha actuado nervioso y sin tino. Le ha venido grande la situación, en suma.

Página pasada. Bartomeu no está y el Barça le despidió con una victoria convincente en Turín que alivia el chasco ante el Madrid. Marcó Dembélé, gustó Pedri y el Barça regresa sereno tras un partido que tuvo la rareza de tres goles anulados a Morata por fuera de juego. Su tendencia a caer en ello es su gran defecto. También ganó el Sevilla, por un gol tras más de 20 ocasiones, algunas falladas por causas que sólo puede explicar la parasicología. Como también ganó anteayer el Atleti, en gran noche de João Félix, el saldo de la jornada europea es bueno, Madrid aparte, que al menos salvó los muebles. Como dijo Laporta, al loro, que no estamos tan mal.