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Griezmann en la corte del Rey Messi

Lo mismo que el Madrid echa en falta los goles de Cristiano, el Barça echa en falta los de Messi, del que alguien ha sacado la cuenta de que lleva tres (penaltis aparte) en los últimos 19 partidos. Y lo mismo que esos goles que le faltan al Madrid no los está poniendo Hazard, los que le faltan al Barça no los está poniendo Griezmann, que estará cayendo en la cuenta de que hizo mal en salir del Atlético, donde tan bien encajó, para aterrizar en la corte del Rey Messi, en la que parece un huésped extraño. Se le ve deambular por el campo con cara de afán pero sin encontrar su utilidad. Y va a menos: un gol en los últimos 15 partidos.

No se le puede negar a nadie el derecho a cumplir sus ambiciones, pero la sensación en su caso es que se puso una meta muy lejana, y además tramitó muy mal el traslado. Se sintió capaz de comer en la mesa de Cristiano y Messi, pero en esa mesa, como escribió Valdano, no hay más sitios. Luego está aquel vídeo tontorrón de la Decisión, Piqué mediante, que le dejó mal a los dos lados del puente aéreo. En el Barça le esperaban aquel verano con ilusión y no entendieron que se quedara en el Atlético. El verano siguiente, la ilusión se había desplazado a Neymar y entonces llegó él, en el papel de decepcionante suplantador.

No es raro que en el Barça se haya convertido en la mosca en la sopa. Le tocó jugar a la izquierda, donde tantos esperaban ver a Neymar. Aparecido Ansu Fati, le ha tocado la derecha, que le gusta aún menos, y aprovechó su gol con Francia para reivindicar la posición de electrón libre en la media punta. Pero ese es territorio Messi, que o se emplaza ahí o gusta de encontrarlo libre en sus correrías desde la derecha. Despechado, Griezmann ha lanzado un desafío a Koeman, que no parece hombre de mucha correa para estas cosas. Hoy vuelve la Champions, con el renacido Ferencvaros enfrente, y muchas miradas recaerán sobre él.