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Mirar de reojo a la Premier

Los cierres del mercado de fichajes han perdido toda la capacidad de sorprendernos. Ya no hay extravagancias, ni deslealtades, ni faxes extraviados, ni agentes corriendo por aeropuertos, ni épicas sobremesas lendorianas; ya no hay talonarios a golpe de corazón, sólo traspasos con cabeza. Como en el cuento de Cenicienta, la aguja marca las doce y muchos entrenadores no sólo se dejan un zapato por el camino, es que además se llevan un notable zapatazo: el de terminar la noche con un -1 en la plantilla.

El mercado de fichajes en LaLiga ha pasado de art decó a gris oscuro casi negro. Los clubes españoles se han gastado 400 millones en fichajes este verano, a mucha distancia de los más de 1.000 millones de temporadas anteriores. Es el inicio de temporada con menos gasto desde el año 2012. En general, se ha instalado esa brumosa sensación de crisis y de parálisis propia de la situación en la que estamos y, como siempre que acompaña la desidia y la autocompasión, también han llegado las comparaciones. El fútbol siempre sirve como metáfora.

El caso es que miramos de reojo a la Premier, que se nos presenta como Leonardo Dicaprio lanzando libras a bordo de un yate en El lobo de Wall Street. Sólo el Chelsea ha conseguido colocar tres de los diez fichajes más caros de todo el verano: Havertz, Werner y Chilwell. La Premier ficha (aunque también nota la crisis) y ofrece espectáculo con goleada tras goleada cada fin de semana. Y, por supuesto, aviva el manido debate sobre a quién pertenece ahora mismo la etiqueta de "la mejor liga del mundo".

El Arsenal hasta se ha dado el lujo de prescindir de un animador en estos tiempos sombríos que corren, su histórica mascota Gunnersaurus. Ahora que las mascotas se hacen más necesarias que nunca, no para animarnos a los aficionados –que no estamos-, sino para animar a los propios entrenadores: "Vamos, hombre, tú haz lo que puedas con lo que tienes". Y aquí es donde puede llegar algo positivo, aunque no lo parezca: de buscar en lo que uno tiene crecen las canteras, y de las canteras crecen los proyectos, pero sobre todo crece el arraigo.