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El VAR hace prisionero al fútbol

Ganó el Madrid en el Benito Villamarín, VAR mediante. El dichoso engendro propició la expulsión de Emerson cuando el partido iba 2-2 y después descubrió el penalti que dio paso a la victoria del Madrid. Dos jugadas que De Burgos había dejado pasar y el Madrid no protestó, pero en la sala VOR estaba un quisquilloso, González González, que recomendó a De Burgos repasar las dos jugadas. Miradas con lupa, la primera daba para expulsión y la segunda para penalti, aunque esta algo menos, a mi modo de ver. Miradas con lupa, insisto. Juntas, refuerzan a quienes defienden que al Madrid siempre le va bien con el VAR.

Hubo esas dos jugadas y una más, el autogol del Betis en el que Emerson mete el pie para evitar el remate de Benzema, que aparecía tras él rozando el fuera de juego. También en esa se demoró el VAR, hasta dar por válido el gol. Por suerte Benzema no estaba en fuera de juego, porque de ser así nos hubiéramos visto liados en al interpretación de hasta qué punto influyó o dejó de influir en la acción de Emerson, letal para los suyos. Vivimos tantas vueltas y revueltas de las interpretaciones... El VAR no está solo, es un subproducto de la iniciativa de un grupo de conjurados que tratan de reinventar el juego y lo lían todo cada poco.

Me temo que prefiero que el árbitro acierte por las buenas o se equivoca por las malas a este gazpacho horroroso que desvirtúa tantos partidos (el de ayer se alargó ocho minutos) y no convence más que al que sale favorecido cada vez. El partido, que fue bello en sí, con alternativas, con buenos jugadores en plena lucidez (Benzema y Canales sobre todo) se nos fue averiando (al compás que el arbitraje de De Burgos, que acabó atorado y nervioso) por las irrupciones de González González, que a tantos kilómetros de allí hizo el papel del apuntador teatral que saboteara la función cambiando el libreto a mitad de la misma. El VAR ha hecho prisionero al fútbol.