Los gestos que importan
Tamir Rice era un crío de 12 años que jugaba en un parque de Cleveland con una pistola de juguete y al que la policía mató de dos disparos en el 2014. Rice, junto con otras seis víctimas más de racismo y brutalidad policial, ha sido honrado por la tenista Naomi Osaka durante la celebración del US Open. Antes de cada partido, Osaka salía a la pista con una mascarilla negra con el nombre de una víctima en letras blancas: Breonna Taylor, Elijah Mcclain, Ahmaud Arbery, Trayvon Martin, George Floyd, Philando Castile y Tamir Rice. "Si con mis gestos puedo hacer que se debata más dentro de un deporte que es mayoritariamente blanco considero que ya habremos dado un paso en la buena dirección", declaró la ganadora del Open de Estados Unidos.
Sí. Los gestos importan. Y los de deportistas que son mundialmente famosos, admirados e imitados por millones de personas pueden resultar especialmente valiosos porque colocan en el centro del foco mediático y visualizan cuestiones que no deberían estar en la sombra. Ayudan por lo tanto a hacer mejor la sociedad en la que viven. No están obligados a pronunciarse ni deberían ser referentes monolíticos sólo por el hecho de que sean excepcionalmente buenos en el deporte que practican, pero en el caso de Naomi Osaka su reivindicación es loable porque denuncia lo intolerable.
Ojalá más deportistas saliendo de sus burbujas millonarias utilizando su fama y reconocimiento social para otros fines que no sean vender zapatillas o camisetas, porque además cuando lo hacen se ganan un respeto que va mucho más allá de sus logros atléticos. Naomi Osaka, mestiza de madre japonesa y padre haitiano, ha admitido que el parón por el coronavirus le ha hecho reflexionar: "He podido pensar en lo que quiero conseguir y en cómo quiero que la gente me recuerde". No sólo ha ganado su segundo US Open y se ha aupado al tercer puesto de la clasificación mundial, sino que su gesto sin duda será recordado. "Como mujer negra, hay cosas más importantes que verme jugando a tenis", concluyó.