El inútil esfuerzo de ver al Barça
Anunciaron, en la web y en su tele, que iban a darlo. En uno pedían dinero a cambio y en el canal nos dieron mieles, goles de Ronaldinho y de Xavi, hasta para llenar un panal. Y no pudimos ver el debut sino por los resúmenes, en los que se insiste en hallazgos de purasangres, a uno de los cuales, Pedri, ya conocíamos los canarios. Fue una legión de muchachos que ahora van ser como un coro escolar ante el Barenboim del fútbol, que no se fue.
Trincao es otra perla del Atlántico portugués, cuyo viaje promete exhibición y alegría. El capitán mostró sus galones y mientras estuvo en la cancha repartió juego y saludos. Lo miraba con lupa la realidad, por ver si se había despertado de la pesadilla como el dinosaurio, y hasta cedió un penalti, al que asistió como espectador concernido. Hubo filigrana y aburrimiento, como suele ocurrir mientras sestean del verano los equipos. Nada del otro mundo, un entrenamiento. Y, entonces, ¿por qué no nos dejaron mirarlo para ver si hay vida después de Lisboa? La cicatería del club no conoce límites. Pues que vuelva Luis Suárez, que los que vieron el partido del todo dicen que se nota la ausencia de su pie como un agujero.