El Barça busca un idioma
Triunfo discreto ante el Nàstic en el debut de Koeman como entrenador. El 4-2-3-1 asoma como sistema elegido para la reconstrucción. Marcó el tridente de los 400 millones: Dembélé, Griezmann y Coutinho, estos dos últimos de penalti.
Nadie habla todavía en el Barça. La herida de Lisboa durará años y la redención será difícil y no tendrá que ver con palabras, sino con hechos. Así que los jugadores salieron al Barça-Nàstic (3-1), primer amistoso de la temporada y primer partido de la era Koeman, como robots. A hacer su trabajo sin alharacas en el silencio del Estadi Johan y a volver al día siguiente al trabajo al trabajo. Pero lo que sí necesita este Barça es un lenguaje, y eso es lo que anda buscando Koeman. Un idioma propio, una nueva identidad en la que reconocerse y en la que se gente, afición y jugadores, se identifiquen.
El debut, con triunfo 3-1 y goles de Dembélé, Griezmann y Coutinho, curiosamente el tridente de los 400 millones de euros, dejó muy poco. Si acaso, que el 4-2-3-1 asoma como sistema elegido para la reconstrucción. Para los poquitos días de entrenamiento que lleva el equipo, la presión fue relativamente decente pero el juego posicional volvió a ser pastoso, especialmente en la primera parte. A este Barça le falta un buen zarandeo y una buena juerga. Se terminó de oxidar en el confinamiento. Por momentos, verlo jugar es un ejercicio absolutamente depresivo.
Dembélé volvió 290 días después. Su fútbol no ha cambiado. Marcó en el minuto 5 pero, más allá de las lesiones, su toma de decisiones en el campo es absolutamente incomprensible. Aun así, se le vio mucho en el campo. El Barça jugó la primera parte por la izquierda, con Jordi Alba como jugador más destacado. Messi, que pese a llevar menos de una semana entrenándose llevó el brazalete y jugó medio tiempo, intercambió su posición con Pedri, que dejó algún detallito al inicio. Griezmann volvió a ser desterrado al puesto de nueve, donde no está el contacto con el balón y es inofensivo. No es su sitio. Al menos Messi le dejó un penalti que transformó con calidad.
La segunda parte fue más fresca. Riqui Puig fue el jugador con más ganas de demostrar cosas. Por eso gusta Riqui. Por la pasión que transmite y la fe con la que pelea un sitio en el equipo. Hace falta esa alegría y ese hambre de comerse al mundo, aunque sea un imposible. Coutinho y Trincao también dejaron algún detalle. Tampoco nada del otro mundo. De Jong siguió siendo el futbolista burocrático que nadie quiere, Konrad hizo la guerra por su cuenta y Braithwaite confirmó que su sitio, desde luego, no está en Barcelona. Sentenciado Suárez, el Barça pide un nueve a voces. También un nuevo lenguaje. Koeman tiene toneladas de trabajo.