Carreño, por méritos propios

Pablo Carreño juega este viernes en semifinales del US Open. Un territorio que no le resulta habitual, pero tampoco desconocido. Ya lo exploró hace tres años en este mismo Grand Slam, lo que supone un dato de que su presencia en la actual edición no es una casualidad. Los pronósticos apuntaban más a otros candidatos, eso es lógico, pero ver al asturiano en esta ronda no puede considerarse una sorpresa. Si ha llegado hasta ahí es por méritos propios. En el ambiente flota la idea de que si Carreño se ha metido en esta fase fue gracias a la descalificación de Novak Djokovic por el famoso pelotazo a una juez de línea. Sí y no. Obviamente, el número uno del mundo es superior al español, como demuestra su ranking y su cara a cara previo al duelo de octavos: 3-0. Lo normal es que hubiera perdido aquel partido. Pero si Nole perdió la cabeza de aquella manera fue precisamente porque el juego del gijonés le había desquiciado hasta ese extremo. En el momento de su imprudente acto, el serbio acababa de encajar un break, perdía 6-5 y Pablo estaba al servicio para rematar el primer set. El tenis da muchas vueltas.

Después de Djokovic, el español tuvo que doblegar a Denis Shapovalov en un intenso duelo de cuatro horas y cinco sets, lo que ratifica otro punto a favor: a los 29 años, Carreño sabe manejar esa montaña rusa de emociones en la que se convierte un partido de tenis. En semifinales se mide con Alexander Zverev, ese proyecto de número uno que no termina de confirmarse. El alemán ocupa actualmente la séptima plaza de la ATP. Pablo llegó a estar en 2017 no muy lejos de ahí, en el puesto décimo. Siempre ha pensado que el top-10 es su lugar natural. Tiene una buena oportunidad para demostrarlo. Con los datos en la mano, Zverev debería ganar esta noche a Carreño, como ya hizo en su único litigio en Miami 2018. Pero hay que jugar. Esto es tenis. Y a Pablo no le han regalado nada. Ni siquiera con Nole.